Cada verano las altas temperaturas provocan golpes de calor que en algunos casos acaban en fallecimiento: más de una veintena el año pasado. Los profesionales sanitarios recomiendan extremar la precaución desde el momento en que los termómetros superen los 35 grados.
Cualquier persona expuesta durante un tiempo prolongado a una temperatura ambiental elevada es susceptible de sufrir un golpe de calor, un trastorno grave que puede causar la muerte, ha señalado a Efe el doctor Javier García Alegría.
Los seres humanos tenemos unos mecanismos de regulación para mantener nuestra temperatura corporal dentro de unos límites que permiten que se desarrollen las funciones vitales, ha explicado este internista. Un golpe de calor no es más que la pérdida de esos mecanismos por una sobreexposición térmica intensa que hace que la temperatura corporal suba por encima de los 40 grados, lo que provoca una alteración en las funciones vitales (cardiovascular, metabólica, respiratoria y neurológica).
Según el doctor García Alegría, miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), la capacidad de nuestro organismo de eliminar temperatura a través del sudor “se reduce mucho” cuando la temperatura ambiental supera a la corporal (más de 36-37 grados). Fiebre de 40 grados, cefalea intensa y sequedad de mucosas, pero también dolor en las articulaciones, falta de visión o mareos son signos que pueden alertar de que se está sufriendo un golpe de calor. Son más vulnerables las personas mayores, enfermos cardíacos, renales o con diabetes y los que toman medicamentos como diuréticos.