Terrassa

Arquitectos: tiempo de cambios

Los arquitectos del Vallès celebran hoy su fiesta anual en Rubí (en el espacio premiado “Ressò” diseñado por alumnos de la Escola Superior d’Arquitectura del Vallès de la UPC) y durante la misma entregarán los premios de la VII Mostra d’ Arquitectura del Vallès que pretenden reconocer el trabajo del colectivo. Será una jornada de encuentro que servirá también para tomar el pulso a una profesión afectada por la crisis económica que estalló en 2007 a raíz de la burbuja inmobiliaria y cuya primera víctima fue la construcción y los empleos del sector.

Datos recabados por este diario ilustran “la magnitud de la tragedia” como la define el propio delegado del Vallès del Col·legi Oficial d’ Arquitectes de Catalunya (Coac), Miquel Turné. En 2006, aún con el “boom”, el Ayuntamiento tramitó licencias para construir 4. 267 viviendas, una cifra en descenso progresivo hasta llegar el año pasado a un mínimo histórico de 41 viviendas. Y, en consonancia, ha pasado lo mismo con los visados de los arquitectos del colegio en el Vallès. En 2006 se registraron 5.195 y el año pasado 1.049. En contraste, el censo de colegiados en la comarca permanece estable y sobrepasa los mil pero no todos siguen trabajando de lo que querían y estudiaron.

Muchos profesionales han tenido que reconvertirse porque el sector de la construcción de bloques de pisos (tipología en la que trabajaba la mayoría) se paró. “Un arquitecto medio podía cobrar antes de la crisis un sueldo de entre sesenta y noventa mil euros anuales. En unos meses esta cantidad bajó en picado hasta diez mil euros. Los arquitectos fuimos de los primeros afectados. Había muchos proyectos sobre la mesa pero el teléfono no paraba de sonar para pedir que diéramos marcha atrás. Muchos trabajos no los llegamos ni a cobrar”, recuerda Turné junto al también arquitecto terrassense Xavier Broto, vocal en la delegación. Ambos añaden que la drástica caída de proyectos en el sector privado fue el inicio de una cascada que arrastraría después al sector público, con la reducción a un número casi testimonial de concursos de obra nueva y rehabilitación tanto en edificación como en urbanismo.

Reestructuración
Los arquitectos se resistieron a creer lo que sucedía y aguantaron pero, al final, no tuvieron más remedio que adaptarse a los nuevos tiempos. La primera medida que adoptaron fue reestructurar el estudio para reducir los costes al mínimo y la segunda, reciclarse dentro de la profesión y fuera de la misma. “Lo habitual era abrir un despacho con un par de arquitectos, un ingeniero, un aparejador y estudiantes en prácticas y un admnistrativo. Esto quedó reducido a la mínima expresión: dos arquitectos o uno por lo que muchos de ellos tuvieron que enfrentarse a tareas que nunca habían realizado y reaprender cosas nuevas como dibujar por ordenador, por citar un ejemplo”, explica Turné.

Para muchos esta puesta al día no fue suficiente y tuvieron que buscar otras alternativas. Hay arquitectos que dan clases de dibujo y matemáticas, otros han optado por una especialización concreta (peritajes de viviendas, patrimonio…), otros han intentado buscar empleo en la administración e incluso hay, los más atrevidos, que intentan ganarse la vida con hobbies, como la cocina o la edición de libros. Y, finalmente, los más arriesgados ( jóvenes titulados) han comprado billete y se han ido al extranjero. “No ha sido fácil pero hay que salir adelante”, dicen Turné y Broto. En este sentido explican que el colegio profesional ha tenido un protagonismo importante. “La principal fuente de ingresos del colegio eran los visados de obras y, por tanto, el colegio también tuvo que replantearse su “modus vivendi”. Mantuvo el importe de las cuotas para no castigar más al colectivo pero vendió patrimonio -un edificio en Barcelona- para tener fondos y, en algunos casos, actuó de salvavidas económico a profesionales que quedaron muy desprotegidos. A partir de ahí reforzó toda el área de formación, algo que también hemos hecho las delegaciones, para que el arquitecto tuviera más herramientas”. Una formación que pasa por numerosos cursos específicos, que van desde aprender estrategias de márqueting para vender el producto uno mismo hasta la gestión de la oficina a nivel contable pasando por cómo proyectar un edificio de eficiencia energética, nuevas técnicas de rehabilitación, las nuevas tecnologías informáticas… Los arquitectos, que lo son por vocación, son conscientes de que no habrá nueva época dorada a medio plazo pero confían en que remontará. “El mercado se recuperará pero tardará de tres a cuatro años y luego se estabilizará de nuevo”. Turné y Broto avanzan un dato para el optimismo. “Este año 2016 ha repuntado un poco y el número de visados aumentará un veinte por ciento más o menos. La demanda de nuevas construcciones es poca pero hay movimiento en rehabilitación y reforma. Y esperamos también que las administraciones reactiven los concursos de obra”.

DATOS EN EL VALLÈS
Visados: En el año 2006, la delegación del Vallès tramitó 5.195; en 2013 un total de 838 y en 2015 fueron 1.049. Los ingresos por estos visados registrados para todo tipo de obra han caído de 2, 8 millones de euros a 326 mil euros en nueve años.
Colegiados: 1.124 (1.001 en 2006)
Estudiantes en la UPC: 2.580 en el curso 2015-16 (4.096 en el 2006-07)
Titulados en la UPC: 466 en el curso 2014- 2015 (453 en el 2006-07)

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