Terrassa

George Clooney, secuestrado en directo

“Money Monster”, de Jodie Foster, es un thriller producido (y protagonizado) por George Clooney cuyos resultados son muy interesantes aunque no llegan a la altura de su ambicioso planteamiento. El protagonista es un presentador de televisión secuestrado en plena emisión en directo de su programa por un joven que ha perdido todo su dinero a causa de una mala inversión en bolsa. El secuestrador culpa a la estrella ya que el espacio es de economía –aunque está planteado como una especie de espectáculo circense– y se arruinó siguiendo sus consejos. El film habla del capitalismo y de la crisis económica pero también constituye una crítica de la “telebasura” –de los que la hacen pero también de los que la miran–, de la degradación del periodismo –como dice el personaje de Julia Roberts: “nosotros no hacemos esta clase de periodismo, nosotros no hacemos periodismo en absoluto”– y de la pérdida de valores en la sociedad actual. El problema es la falta de verosimilitud en algunas situaciones pero, por lo demás, la realización es dinámica, los actores están estupendos y la denuncia llega al espectador aunque lo haga con menos contundencia de la prevista. Jodie Foster, en un registro muy diferente al de sus anteriores películas como directora, muestra aquí una gran influencia de Spike Lee, en concreto de su thriller “Plan oculto”, que ella protagonizó en 2006, por lo menos en la resolución visual ya que el tema es diferente. La anécdota es que los ridículos bailes con los que el protagonista abre su programa no estaban en el guion sino que fueron fruto de una improvisación de George Clooney, que sacó a relucir su vena más payasa. La curiosidad es que ésta es la segunda película seguida en la que el actor encarna a un famoso secuestrado, después de “¡Ave, César!”.
Intérpretes: George Clooney, Julia Roberts, Jack O’Connell, Lenny Venito, Caitriona Balfe, Dominic West, Giancarlo Esposito. (Catalunya VOSE y doblada y Cinesa).

“Mi amigo el gigante”, de Steven Spielberg, confirma que la carrera de este director es como la de Almodóvar: una de cal y otra de arena. Después de la magnífica “El puente de los espías”, éste aburridísimo cuento infantil supone una profunda decepción. Se trata de la adaptación de un popular libro de Roald Dahl publicado a principios de los 80, protagonizado por una niña huérfana que se hace amiga de un gigante “pequeñito” –mide siete metros pero todos sus congéneres abultan por lo menos el doble– que es capaz de “leer” los sueños de la gente y que, a diferencia de los otros gigantes, se niega a comerse a los humanos. Queda feo decir que el guion es un horror porque la guionista, Melissa Mathison, ha muerto hace poco y se trata de su película póstuma pero lo cierto es que desaprovecha todas y cada una de las ideas y posibilidades de la historia. Durante la primera hora y media, casi no sucede nada de interés y cuando empiezan a pasar cosas resulta que lo más divertido son los chistes de ventosidades en Buckingham Palace (a lo mejor pretendía ser una sátira antimonárquica y no nos hemos dado cuenta). Eso sí, los efectos especiales, los decorados, el maquillaje y la música son estupendos pero pasa lo mismo que con “Jurassic Park”, que están puestos al servicio del vacío más absoluto. Spielberg dice que éste era el libro que leía a sus hijos para que se durmieran. Con la película, conseguirá que se duerman también todos los adultos y que, dadas las temperaturas glaciales de la refrigeración de los cines, cojan unos resfriados de aquí te espero. La anécdota es que el personaje del gigante lo tenía que hacer Robin Williams. Tras su muerte, Spielberg decidió dárselo a Mark Rylance, impresionado por su magistral trabajo en “El puente de los espías”, por el que ganó el Oscar. Aquí está irreconocible.
Intérpretes: Ruby Barnhill, Mark Rylance, Bill Hader, Jemaine Clement, Ólafur Darri Ólafsson, Rebecca Hall, Penelope Wilton, Rafe Spall. (Cinesa).

“Un espía y medio”, de Rawson Marshall Thurber, es una parodia “gamberra” del cine de espías hecha para el lucimiento de Dwayne Johnson, también conocido como “The Rock”, un antiguo luchador de lucha libre que ha demostrado una inusitada vis cómica en sus trabajos como actor. Aquí le han emparejado con el humorista Kevin Hart, a quien acabamos de ver en “Infiltrados en Miami”, interpretando a dos antiguos compañeros de colegio –el empollón que sufría “bullying” y el chico popular de la clase– que se reencuentran años después gracias a Facebook. Uno de ellos asegura ser agente de la CIA, el otro trabaja como contable. El primero mete al segundo en un buen lío y, poco a poco, éste empieza a sospechar que su amigo espía tal vez no sea quien dice ser. La película es intrascendente, no llega a aprovechar todas sus posibilidades y carga con una parte central aburrida, pero los actores tienen química, algunos “gags” resultan muy efectivos y, con un título como éste, el espectador ya sabe que va a ver un entretenimiento de verano y tampoco espera ningún discurso filosófico. Además, la película contiene un mensaje positivo contra el acoso escolar. La anécdota es que Melissa McCarthy, que interpreta un papel secundario, no ha querido que su nombre saliera en los títulos de crédito.
Intérpretes: Dwayne Johnson, Kevin Hart, Amy Ryan, Ed Helms, Aaron Paul, Jason Bateman, Thomas Kretschmann, Melissa MacCarthy. (Cinesa).

“Un amor de verano”, de Catherine Corsini, ganó un premio en el festival de Locarno y tuvo dos “nominaciones” a los César (los Oscar franceses) en la última edición. También acaba de inaugurar el festival Fire! de cine gay de Barcelona. Es una historia de amor entre dos mujeres de carácteres distintos y procedentes de mundos opuestos –una campesina y una urbanita parisiense–, dividida en dos partes diferenciadas y algo desiguales, que está ambientada en 1971, con la lucha feminista y los ecos del Mayo del 68 como trasfondo. El guion bascula entre el lirismo y la política y entre el drama y el optimismo. Si bien tarda un poco en arrancar y muchos de sus giros resultan previsibles, la historia suena a honesta y auténtica, los diálogos son creíbles y los personajes están bien construidos, no sólo las protagonistas sino también los secundarios como la madre. El trabajo de las actrices, por otra parte, destaca por su naturalidad y por la química que se establece entre ellas. La fotografía, la banda sonora y la ambientación son otros aspectos positivos. En Francia la han comparado mucho con “La vida de Adèle” pero Catherine Corsini, al ser lesbiana, se ha librado de los “palos” que el movimiento gay le pegó (metafóricamente hablando) a Abdellatif Kechiche por su recreación de las escenas eróticas entre mujeres.
Intérpretes: Cécile de France, Izïa Higelin, Noémie Lvovsky, Kévin Azaïs. Laetitia Dosh, Bruno Podalydès. (Catalunya, VOSE y doblada).

“Tea time” (“La once”), de Maite Alberdi, es el documental chileno que ganó la edición del año pasado del festival Docs Barcelona. También estuvo “nominado” a los Goya en el apartado de mejor película latinoamericana. Gira en torno a un grupo de ancianas que son amigas desde niñas y que quedan todos los meses desde hace décadas para tomar el té (“la once”, como llaman en Chile a las meriendas), mientras intercambian confidencias, hablan de sus cosas, evocan recuerdos comunes, ironizan sobre los achaques de la vejez, rememoran a los amigos y conocidos que acaban de morir y comentan la actualidad y los cambios sociales que no entienden. Una de ellas es la abuela de la propia directora, lo que evidentemente facilitó el rodaje. Maite Alberdi retrata a las protagonistas con humor y realismo, aunque ha admitido que cortó algunos comentarios excesivamente reaccionarios. A lo largo de cinco años, Alberdi grabó unas cien horas de conversaciones entre las ancianas, que finalmente comprimió en un documental de setenta minutos. El film ha sido un éxito de taquilla en Chile y ha tenido unas críticas formidables en todos los festivales por los que ha pasado. La sesión forma parte del ciclo El Documental del Mes.
Intérpretes: No profesionales. (Filmoteca, Club Catalunya, miércoles noche).

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