“Pido sólo pido tres días de plazo, hasta que cobre mi sueldo. No me niego a pagar”. Dolores, de 46 años, vecina de Santa Maria de Palautordera, se encerró ayer en su coche y su coche estaba en el garaje de Egarvia porque una grúa lo había retirado debido a un mal estacionamiento. No podía volver a casa y a las 5.30 de la mañana de hoy debía estar en su puesto de trabajo, en Terrassa. Estaba empeñada en dormir en su vehículo, pero al cabo de cuatro horas de encierro se marchó del local municipal. Anoche no había decididido dónde pernoctar.
Dolores había estacionado en un vado permanente en el Centre. Asegura que no se dio cuenta de ello hasta que, acabada su jornada laboral, y terminada una sesión de recuperación por problemas en la espalda, a primera hora de la tarde, fue a recuperar su automóvil y su automóvil no estaba donde lo había dejado. El triángulo verde fosforescente, heraldo del sobresalto, dejaba claro dónde estaba el vehículo. En el depósito de Egarvia, en efecto. Hacia allí, hacia la calle de Sant Sebastià, en Segle XX, encaminó sus pasos Dolores Segovia.
Entró, expuso su caso y se quedó helada al saber que debía pagar 170 euros para recuperar el coche. Como todos los conductores a los que la grúa de la empresa municipal les retira el automóvil.
“No tengo ese dinero”, dijo. Ni en metálico ni en su cuenta. “Y no los tendré hasta que no cobre mi salario”, manifestó. Acudió a la policía, a los Juzgados. Nadie podía hacer nada. La norma es la norma, lo inexorable, lo inflexible. “He pedido dejar mi DNI, mi carné de conducir. Sólo suplico un aplazamiento, nada más”, señaló a este diario.
Egarvia llamó a la Policía Municipal y varios agentes se personaron en el depósito de vehículos para tratar de convencer a Dolores de que depusiese su actitud. Ella estaba metida en su Mazda. Unos guardias, fuera, intentando persuadirla para que dejase allí el coche y regresase horas después.
Las advertencias hacen mella
“¿Qué hago? No puedo volver a casa. En algún sitio debo dormir. Me ofrecen el albergue municipal para personas sin techo. Para eso, permanezco en mi coche”, reiteró.
¿Algún amigo podía hacerle un préstamo? “Mis amigos están en una situación similar a la mía”. O sea, en una situación de precariedad económica, al límite. Dolores, asegura, vive pendiente del desahucio en su domicilio. A las 6.20 de la tarde salió de su turismo, mas para volver a entrar. “Me parece una vergüenza que no me permitan un aplazamiento. Tres días. Sólo pido tres días”, repetía. Al cierre de esta edición, las advertencias policiales hicieron mella. Dolores salió de Egarvia. Aún no había decidido dónde pasar la noche.