Terrassa

El Candela cumple 15 años

En las ciudades hay espacios que construye, gestiona y promueve la misma ciudadanía con autonomía; espacios que son lugar de encuentro para personas y proyectos colectivos para la conquista de nuevos derechos. El Ateneu Candela, que el pasado fin de semana celebró su decimoquinto aniversario, es uno de ellos.
Este centro social alternativo nació a principios de siglo de la mano de un grupo de jóvenes provenientes de los movimientos sociales de la ciudad al calor del movimiento antiglobalización. Estos jóvenes vieron la necesidad de tener un espacio donde poder reunirse y organizarse y escogieron el número 54 de la calle de la Rutlla. Allí coincidió “gente de diferentes ámbitos del activismo social”, señala Carles Sala, una de las personas vinculadas al ateneo desde sus inicios. Al proyecto del Ateneu Candela se sumaron colectivos zapatistas, feministas, grupos contra la exclusión social, organizaciones de izquierda radical y entidades de solidaridad con América Latina. Pero la cosa no se quedó allí. “El hecho de tener un espacio muy céntrico hizo que muchas entidades sociales y culturales lo vieran como un lugar donde poder desarrollar su actividad”, explica Sala. “Vinieron muchos colectivos como la Casa de Nicaragua, el Col·lectiu de Resistència per la Transformació Social (Crits) y algunos esplais. También se creó una cooperativa de consumo que aún funciona hoy en día”, se puso en marcha una emisora de radio comunitaria y se llevaron a cabo muchas actividades formativas, sociales y lúdicas.

El volumen de actividad iba en aumento y el espacio empezó a quedar pequeño. Por eso, tras cuatro años en la Rutlla, el Ateneu Candela decidió buscar una nueva ubicación. Tras estudiar varias posibilidades decidieron trasladarse a la nave que hace esquina entre la calle Montserrat y la calle Sant Gaietà y que forma parte del antiguo Vapor Albiñana. Lo hicieron con el objetivo de convertir este proyecto ya consolidado en un gran centro social donde disponer de un espacio adecuado a las necesidades generadas por la propia actividad del Candela. Estuvieron diez meses rehabilitando colectivamente el local alquilado y la inauguración coincidió con la celebración de su quinto aniversario. De los escasos sesenta metros cuadrados que tenía su primera sede, pasaron a disponer de casi cuatrocientos metros, cosa que les permitió ir incrementando el número de servicios y actividades.

Actualmente, el ateneo sigue en el mismo espacio y acoge una cafetería, una librería, una cooperativa de consumo, salas de reuniones, un escenario para espectáculos y un montón de gente participando en distintas iniciativas. Es un espacio social y cultural fuertemente arraigado a la ciudad de Terrassa, un centro social de gestión ciudadana abierto a la ciudad. Acoge una media de 15 actividades públicas mensuales (como talleres, presentaciones literarias, conciertos, teatro, poesía, cine y exposiciones) y unas 15 reuniones de grupos que usan el local como espacio de trabajo.

Según Sala “es uno de los momentos en los que el Candela tiene más actividad cultural”. Además, Elena Blanco, presidenta del centro y una de las responsables de la librería Synusia, considera que se trata de un espacio que “responde a las necesidades y voluntades de la ciudadanía, un centro muy vivo y diverso” tanto por los proyectos que se llevan a cabo como por las personas que pasan por el ateneo. Por eso, Blanco augura “un futuro brillante” al Ateneu Candela.

To Top