Terrassa

Los hogares destinan 4.324 euros al año a comida y bebidas no alcohólicas

El consumo de los hogares egarenses parece recuperar aire después de cinco años en el dique seco. La recesión económica ha hecho mella en el bolsillo de las familias y no ha sido hasta 2014 cuando, por primera vez desde el inicio de la crisis, el gasto medio de los hogares aumentó para situarse en los 29.778 euros al año, lo que supone un consumo por persona de 11.970 euros, un 1,6% más que en 2013. Así lo recoge el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat) en su último informe sobre el consumo de los hogares catalanes.
El ritmo de crecimiento se ha mantenido este año, según los últimos datos publicados por el INE. En mayo, el gasto de las familias registraba un crecimiento del 3,7% en comparación al año anterior y encadenaba así nueve trimestres al alza.

La estadística revela que los hogares tardaron en tomar la decisión de contener el gasto. Lo hicieron en 2010, un año después de que la crisis económica y financiera se manifestara en su mayor crudeza en 2009. La desaceleración arrancó dos años antes, pero 2009 fue el peor año de la recesión, con una caída en picado del PIB (-3,9%) y, con él, de la mayoría de los indicadores económicos.
A pesar de ello, ese ejercicio el consumo de las familias mantuvo el pulso y apenas descendió un 2,1%. Fue en 2010, cuando el PIB ya repuntaba, que los hogares decidieron dejar de gastar y, desde entonces, la gráfica del consumo dibuja un auténtico dragon kahn en las economías familiares. Su nivel de gasto se desplomó en 2010, repuntó levemente en 2011 y cayó de nuevo en 2012. En 2014, último año de la estadística en Catalunya, el consumo de los hogares ha superado por primera vez los niveles de la crisis.

Más en comida, pero peor
Por grupos, el consumo que más se dispara es el de los bienes y servicios de primera necesidad: vivienda y suministros. Destaca el aumento del gasto familiar en electricidad, gas y otros combustibles. En el año 2006, los hogares catalanes destinaban 906 euros de media a iluminar y calentar la casa. En 2014, ese desembolso aumentó un 33% para situarse en los 1.204 euros por hogar y año.

El aumento del gasto no se debió a un mayor consumo en KW o m3, sino a la subida de las tarifas. Todos los contadores registran un descenso significativo del consumo doméstico en gas, electricidad y agua, un ahorro que no ha tenido traducción en la factura doméstica, que ha seguido creciendo.
Por lo que respecta a la alimentación, el global de comida y bebidas no alcohólicas sube y se sitúa en una media por hogar de 4.324 euros al año. A priori, el dato revelaría que, con la mejora de los indicadores económicos, las familias vuelcan su esfuerzo en aumentar y mejorar la alimentacion. Nada más lejos de la realidad. Un análisis pormenorizado de la cesta de la compra revela que disminuye el consumo de leche, fruta, carne y pestado, mientras aumenta la compra de huevos y derivados del azúcar (confituras, chocolate y confitería).
La composición del hogar es determinante en el nivel de consumo que registra cada núcleo familiar o de convivencia. Entre los distintos modelos, las familias con hijos dependientes económicamente no remontan.

Con hijos dependientes
En el estudio del Idescat, los hogares en que reside una persona menor de 65 años y las familias con hijos dependientes son las que más han disminuido el gasto, entre un 14% y un 22% desde el inicio de la crisis. La dificultad de la gente joven para independizarse y el regreso al hogar paterno por razones económicas están detrás de este fenómeno, que ha empobrecido las economías de muchas familias. De hecho, entre 2013 y 2014 sólo se detecta una recuperación del gasto en aquellos hogares sin hijos a cargo que necesitan apoyo económico de sus progenitores.

Otros factores como la edad, el sexo, la nacionalidad o el nivel de estudios también marcan diferencias del nivel de gasto en los hogares. Las viviendas donde la persona que sustenta principalmente la economía es un hombre, el gasto en consumo ha disminuido un 10,7% de media, mientras que si la mayor aportación económica la hace la mujer (mayoritariamente familias monoparentales) el gasto aumenta ligeramente un 0,6%.

A pesar de esa tendencia, el total de gasto por hogar es un 19,5% mayor si el primer aportador es hombre que si es mujer. Por edades, cuando quien soporta la mayor carga económica en un hogar tiene menos de 30 años o más de 75, el gasto se ha desploma. Los jóvenes y los mayores se ven forzados a contener las compras, mientras el colectivo entre los 45 y 59 años es el que más se ha permitido aumentarlas, seguido de los ciudadanos entre 60 y 75 años, aunque estos en menor medida.

Por nivel de estudios
En los domicilios donde la persona que aporta más dinero carece de estudios o tiene estudios primarios, el gasto en consumo es nada menos que un 40,2% inferior al que registran los hogares con estudios superiores. Aunque la crisis y la caída del empleo castiga tanto a peones como a arquitectos, a operarios como a ingenieros, la estadística revela que a medida que aumenta el nivel de estudios crece también el nivel de consumo en el hogar.
En los domicilios donde el principal aportador tiene estudios secundarios de primer ciclo es donde más ha descendido el consumo (un 23% menos), mientras que los que han reducido menos el gasto son los domicilios donde el principar aportador económico tiene estudios superiores. De hecho, los hogares de los titulados son los únicos que vieron aumentar su consumo en Catalunya en 2014.
En relación a la actividad, los parados y los jubilados registran un nivel de gasto inferior a la media catalana. Los ocupados también han visto caer su nivel de gasto (-14,1%), pero son el único colectivo que ha mejorado su nivel de compras.

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