La reactivación de la economía es pura falacia para quienes soportan las peores consecuencias de la crisis. Así lo denuncia Càritas Diocesana de Terrassa en su memoria de 2015, donde alerta de la cronificación de la pobreza y de que, lejos de mejorar la situación, las dificultades a las que se enfrentan los usuarios del servicio aumentan.
“La situación que afrontan las familias es cada vez peor -explica Salvador Obiols, director general de Càritas Diocesana-. El índice de desempleo es muy elevado y encontrar un trabajo ya no es garantía de abandonar la situación de precariedad, porque los ingresos no permiten hacer frente a gastos ordinarios como la alimentación, las medicinas y los suministros”.
Càritas Diocesana atendió el año pasado 2.093 familias en Terrassa, donde, como en el resto de la zona pastoral, el perfil del demandante de ayuda es cada vez más joven. En este momento, un 39% de las personas que acuden a Cáritas pidiendo apoyo son menores y un 26% jóvenes, colectivo éste que se ha disparado en el último año.
En paralelo el drama del desempleo lejos de remitir, se agudiza. El 71% de las personas atendidas en la diócesis está en paro o busca trabajo. “La cifra de hombres y mujeres que llevan más de dos años sin empleo supera el 43,9 por ciento, cinco veces más que en 2009, y la tasa de hogares sin ingresos es del 3,8%”, explican.
El retrato de la pobreza severa se acentúa, aumentando las dificultades a que se enfrentan las familias atendidas por Càritas, que requieren una mayor intervención. Entre un 85 y un 95% se han visto obligadas a reducir gastos como la ropa, el calzado, los servicios básicos, recortar la cesta de la compra y carecen de recursos para afrontar un gasto imprevisto.
“La situación de vulnerabilidad y de riesgo de exclusión son hoy mucho más preocupantes. Atendemos a personas que pierden el empleo y con él amistades y entorno. Que viven en una angustia permanente, víctimas de una gran presión psicológica”.
Ante esa realidad, Càritas Diocesana pide “a las administraciones que adopten medidas para estimular la contratación, porque seria un error aportar solo recursos asistenciales que lo que hacen es mantener la pobreza, convertirla en estructural”.
Salvador Obiols insiste en que “las autoridades deben pensar seriamente en qué sociedad estamos construyendo. El 50% de los jóvenes está en el paro, ¿qué será de ellos dentro de unos años? ¿Y qué ocurrirá con los adultos que no cotizan o que tienen sueldos de 500 euros cuando lleguen a la jubilación?”.
La entidad pide un plan de choque expresamente para el colectivo juvenil y apela a la responsabilidad de la clase política en un momento como el actual, en el que la recuperación amenaza con dejar al margen a toda una generación.
“Son necesarias nuevas políticas sociales de las administraciones públicas que garanticen los derechos individuales y sociales, fundamento de nuestra sociedad”, defienden desde Càritas. La entidad dice estar decidida a “explicar lo que está pasando. Hoy los trabajos precarios y temporales, los bajos salarios, las prácticas irresponsables como los desahucios y el corte de suministros, son algunas de las causas que están detrás de la exclusión social”. En ese contexto toca apostar por “la dignificación del trabajo y el reparto de la riqueza, si es que de verdad queremos trabajar por la construcción de un mundo mejor”, comenta Salvador Obiols.
Más de 15 mil familias atendidas
Càritas Diocesana de Terrassa, que abarca cuatro zonas pastorales (Terrassa, Sabadell, Collserola y Vallès Oriental) atendió el año pasado 15.478 familias. Más de la mitad tienen menores a su cargo y un 16% son monoparentales.
En el perfil del demandante, un 46% es de nacionalidad española y un 51 por ciento extracomunitario. Entre las familias usuarias de los servicios de Càritas, un 86 por ciento viven en un hogar normalizado.
Càritas Diocesana ha desarrollado su acción social a través de ocho programas : Acogida y acompañamiento; ayuda a las necesidades básicas; familia e infancia; formación; vivienda; inclusión social; laboral y vejez. Durante el último ejercicio, la entidad diocesana dio un paso adelante con el impulso del proyecto APASOMI, S.L.U., una empresa de inserción laboral que ha ocupado 17 personas.
Càritas pide a las administraciones que estimulen la contratación, porque “sería un error volcarse sólo en lo asistencial, convirtiendo la pobreza en estructural”