Terrassa

“Tras un brote no conocía ni a mis propios hijos”

Esposa, madre y abuela por partida doble (y pronto triple), Isabel Munzón cumplirá 55 años el próximo día 21 de junio. Isabel vive con su marido Carlos en Poble Nou-Zona Esportiva. A él, le trasplantaron el hígado hace un año. A raíz de la operación, él no trabaja y tiene tiempo para cuidar a su mujer, que sufre esclerosis múltiple desde 2002.

La enfermedad, progresiva e incurable, le ha mermado por ahora la movilidad y le atacó en su día a la visión y a la capacidad cognitiva. Al escuchar la palabra cumpleaños, Carlos dice que es mucho más importante ir cumpliendo días. Isabel asiente y cuenta su historia.

¿Cómo notó los primeros síntomas de la esclerosis?
Yo veía que las piernas me fallaban bastante, que me caía mucho. Hasta que un día fui a un bar y al entrar en el baño me encontré mal. Vomité, perdí el conocimiento y acabé en el suelo. Luego vinieron pruebas y más pruebas, hasta que en el Parc Taulí de Sabadell me dieron el diagnóstico, esclerosis múltiple.

¿Sabía todo lo que representaban esas palabras?
Sí que tenía bastante idea sobre la enfermedad, la verdad, aunque no me imaginaba que fuera tan puñetera, por no decir otra cosa.

¿Y de qué manera se toma alguien ese diagnóstico?
Pues muy mal. No lo llevaba nada bien. Yo entonces solo tenía 41 años y trabajaba en mi propia consulta de homeopatía. Pero llegó un momento en que ya vi que, debido a mi estado físico, ya no podía seguir, y decidí cerrarla. Pronto también te das cuenta de que no puedes conducir. Es todo muy duro.

¿Cuántos brotes ha tenido hasta el momento?
El primer brote fue en 2002 [recuerda Isabel con la ayuda de Carlos]. Aquél me afectó bastante a la visión. Luego he habido tres o cuatro brotes más. Hace un par de años tuve un ataque de epilepsia que se me complicó y perdí bastante capacidad cognitiva. El primer día después del brote no conocía ni a mis propios hijos. Ha sido la situación más dura por la que he pasado en estos años. Con esta enfermedad ocurre que tras sufrir un brote recuperas una parte de lo perdido, pero nunca llegas a cómo estabas antes de él.

Y ahora, ¿cómo se encuentra?
Pues hay días en que soportas la enfermedad mejor que otros. Es duro que quieras hacer cosas y que tu cuerpo te diga que no vas a poder. Además, tienes un dolor que es continuo. Y te cansas en los trayectos cortos. Yo, por ejemplo, este año ya tenía planificadas las vacaciones, pero mi marido me dice que es mejor que me lo quite de la cabeza. [Carlos, infatigable cuidador y sereno acompañante, cuenta que a Isabel le encanta la playa, pero que un simple trayecto por la arena se hace difícil debido a los problemas de movilidad de su mujer].

Isabel, ¿y qué es lo que más cuesta de asumir cuando padeces una enfermedad así?
Pues la falta de fuerza física, el ver que estás imposibilitada, que dependes de alguien para casi todo, aunque yo todavía me las arreglo para asearme por mí misma. Pero el simple hecho de preparar la comida se convierte en un problema. Para coger un plato o una simple bandeja tengo que pedirle ayuda.

Eso sí, los nietos seguro que le dan mucha vida…
Mucha, claro. Y más ahora, que tenemos a otro en camino. Aunque yo voy perdiendo facultades. Recuerdo, por ejemplo, que hace unos años, a mi nieta Julia, le llegaba a cambiar los pañales. Yo misma me daba ánimos y me decía, ¡vamos, Isabel, que tú puedes hacerlo! Ahora con este último nieto que tenemos, ya no me veo capaz.

¿Tiene muchos efectos secundarios la medicación que toma contra la esclerosis múltiple?
Son fármacos bastante agresivos [Carlos recuerda que lo que se busca con las medicinas es espaciar al máximo en el tiempo los brotes para evitar nuevas pérdidas en el estado físico y cognitivo de la persona]. A veces cuando me administran los medicamentos, me da por vomitar. En definitiva, pienso que es cuestión de sobrellevar la enfermedad y de vivir el día, el minuto. De vivir cada momento.

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