Tras el éxito de la primera edición del Festival Holi de Terrassa, esta fiesta de colores de origen hindú volvió ayer a Terrassa. La segunda edición de este evento se celebró en el Parc de Vallparadís desde las diez de la mañana y hasta las cinco de la tarde, con un horario más amplio que el del año pasado. El festival, ademas, se trasladó desde la zona del anfiteatro hacia la zona sur del Parc de Vallparadís, en el Torrent de la Font d’en Sagrera. Otra de las novedades fue la inclusión de una oferta de restauración y de servicios, que permitió encontrar bebidas, bocadillos, pizzas y crepes.
Aunque el evento empezó a las diez de la mañana, los puntos álgidos de asistencia de público coincidieron con los lanzamientos de colores que se llevaron a cabo ante la carpa del parque, a las once y media, la una, las tres y las cuatro y media de la tarde. Varios centenares de personas hicieron volar los polvos de colores, también conocidos como gulaal, que contenían las pequeñas bolsas que habían adquirido anticipadamente o “in situ” por el precio de un euro, formando una gran nube de colores. Todos los asistentes quedaron bien impregnados, de los pies a la cabeza, con los pigmentos de colores de origen natural que lanzaron al aire. La mayoría de participantes siguieron las recomendaciones de los organizadores y vistieron, como manda la tradición india, con ropa blanca, cosa que hizo resaltar aún más los vivos colores. Aunque los gulaal son lavables, muchos de los asistentes llevaban ropa vieja, lo que les permitió poder disfrutar de la fiesta sin tener que preocuparse por si se estropeaba.
Los participantes pudieron disfrutar también de las actuaciones de danza bollywood, danza del vientre e incluso de hiphop, a cargo de distintas escuelas de baile, que se prestaron a colaborar con el evento ofreciendo una exhibición de su trabajo.
El acceso al Holi, organizado por la asociación de batucada Terrassamba, fue libre y gratuito. Numerosas familias, grupos de amigos y muchos adolescentes pasaron por el festival. La mayoría de ellos coincidieron en señalar lo divertido que es y la posibilidad de participar con toda la familia. El ambiente festivo y las nubes de colores captaron la atención de muchos otros terrassenses, que aunque no participaron en el festival sí que lo observaron desde la distancia.
Durante todo el día, muchos de los asistentes aprovecharon el evento para hacer fotos y vídeos, Y es que este año también se ha organizado un concurso de fotografía, de vídeos y de selfies. Las imágenes pudieron presentarse hasta última hora de ayer, enviándolas a la organización del evento a través de correo electrónico. Los vídeos, de una duración máxima de cuatro minutos, se tuvieron que colgar en Youtube indicando en el título “2º Festival HOLI TERRASSA 2016”. Posteriormente, los concursantes enviaron el link de sus vídeos al correo electrónico de los organizadores de la fiesta. Los ganadores de cada categoría, que se darán a conocer esta semana en la página de Facebook de Terrassamba, se llevarán una cena para dos personas o una experiencia a su elección.
Una tradición de origen hindú
El Holi es una de las festividades más importantes y alegres del calendario hindú. También conocido como el festival de los colores, sirve para dar la bienvenida a la primavera y celebrar la victoria del bien sobre el mal, lanzando polvos de colores llamados gulaal. De esta forma, y por un día, las diferencias entre castas, religión u origen desaparecen; los límites entre las distintas capas sociales, jóvenes y mayores, ricos y pobres se difuminan. Este día, todas las personas son iguales. Así pues, la diversidad cultural, el respeto mutuo, la alegría y la tolerancia son los valores que sustentan la fiesta, que también tiene otro significado cultural: este día cada individuo puede liberarse de los errores del pasado, olvidar y perdonar.
El Holi, que rinde culto al dios Vishnú y uno de sus avatares, Krishna, se celebra cada año en un día diferente según la luna llena del mes de marzo. Con el paso del tiempo, sin embargo, la connotación religiosa ha quedado en un segundo plano por las ganas que tiene la gente de celebrarlo en la calle. Con los años, la festividad ha ganado popularidad en muchas comunidades y actualmente se lleva a cabo en muchas ciudades de Occidente. En Terrassa, la primera edición, que se realizó el año pasado, logró reunir a unas cuatro mil personas (según cálculos aproximados) y se agotaron las existencias de colores: los trescientos quilos puestos a la venta resultaron insuficientes para cubrir toda la demanda. Por eso, en esta ocasión se adquirieron más de seiscientos quilos de colores. Aun así, la afluencia de público fue menor y muchas de las bolsas quedaron sin vender. “El evento fue muy bien, muy tranquilo, las actuaciones gustaron mucho pero creemos que vino menos gente que el año pasado, a lo mejor porque era un puente de cuatro días”, explicaba ayer Julia del Rey, de Terrassamba.
Aunque los organizadores opinan que la nueva ubicación funcionó bien, reflexionarán sobre la necesidad o no de reducir el horario de cara a una nueva edición.