El grupo funerario Àltima, propietario de 29 tanatorios, seis complejos crematorios y 17 cementerios en Catalunya, proyecta la construcción de un complejo funerario en Terrassa. La empresa ya ha adquirido un solar en el sector de Can Petit, una pastilla de terreno junto a la empresa Telstar donde tiene previsto edificar el equipamiento.
El proyecto del nuevo servicio de decesos no ha trascendido, pero fuentes del grupo adelantan que la funeraria contará con varios velatorios y un oratorio. En pocos días trascenderá si ofrecerá también servicio de crematorio.
Àltima es el primer grupo catalán en la gestión de servicios funerarios -privados y por concesión pública- y acumula más de 300 años de experiencia en el sector de los decesos. La empresa da cobertura a 190 poblaciones de Catalunya a través de una amplia red de tanatorios y cementerios en las provincias de Barcelona, Girona y también en las Illes Balears.
Entre los principales centros destaca el Tanatorio de la Ronda de Dalt, en Barcelona, los tanatorios de L’Hospitalet Ronda y L’Hospitalet Gran Vía, los servicios funerarios del Baix Llobregat, Garraf, Penedès, Bages, Ripollès y Alt Empordà, donde opera como Funerària Empordanesa Àltima.
Además, el grupo gestiona directamente el cementerio comarcal Parc de Roques Blanques, situado en el Papiol. En este momento cuenta con una plantilla de 300 profesionales.
¿Fin al monopolio?
El proyecto de Àltima puede poner fin al monopolio de Funeraria en Terrassa. La empresa municipal opera en solitario en la ciudad, donde nunca hasta ahora ha cuajado el intento del sector funerario por entrar en el mercado local de los decesos.
El proyecto más sólido fue el de Funespaña. El primer grupo funerario español escogió Terrassa para su implantación en Catalunya y para ello adquirió en 2004 las acciones de la privada Funeraria Terrassense, la empresa propietaria del actual edificio de la Policía Municipal, en la carretera de Montcada esquina Glòries Catalanes. El grupo acabó renunciando al proyecto y el Ayuntamiento optó entonces por comprar el inmueble, una operación por la que pagó más de 9 millones de euros.
Con la compra del edificio funerario, el gobierno municipal incrementaba patrimonio y sobre todo consolidaba su apuesta por una gestión pública y en exclusiva de los servicios funerarios en la ciudad.
Y así fue, porque pese a la liberalización del sector, ningún grupo ha probado suerte en Terrassa en los últimos años. Àltima lo hará próximamente. y está por ver si su tanatorio actuará como competencia o como complemento de la funeraria municipal, la empresa más rentable del holding público.
El grupo catalán aterriza en la ciudad con un amplio historial de convenios con las aseguradoras, algo que, a priori, la situarán como alternativa ante los usuarios con pólizas de decesos. Cuando inicie su actividad, los asegurados podrán escoger entre el tanatorio de la N-150 o el de Can Petit. Además, su ubicación en el extremo norte de Terrassa sitúa la funeraria de Àltima en plano de proximidad con los vecinos de Matadepera.
El nombre de Àltima está íntimamente ligado a la familia Ventura, una saga vinculada a los servicios funerarios desde hace tres siglos. En 2002, coincidiendo con la liberalización del sector, la empresa se unió a Pompes Fúnebres del Baix Llobregat, propiedad de la familia Fenés, y a Gic de Nomber, firma de la familia Viñas y gestora de varios cementerios públicos. Juntos constituyeron Serveis Funeraris Integrals, que en 2013 cambió su denominación a Àltima.