La XIV Fira Modernista ha querido este fin de semana profundizar en la vida de los trabajadores de la Terrassa de finales del siglo XIX y principios del XX, una ciudad pequeña que contaba con unos 16 mil habitantes, a los que en 1904, con la anexión del municipio de Sant Pere, se sumaron 4 mil más. La mayoría de egarenses eran obreros industriales, principalmente del textil lanero. Aun así, una poco numerosa pero potente burguesía dominaba la ciudad.
La jornada laboral de los obreros era de once horas diarias o más, de lunes a sábado. Los niños, a partir de los diez años, empezaban a trabajar en las fábricas. Se encargaban principalmente de limpiar los bajos de las máquinas, las chimeneas y todos aquellos espacios reducidos donde podían acceder.
En este escenario, se vivieron las primeras luchas que los obreros protagonizaron para mejorar sus condiciones laborales. Una de las reivindicaciones más destacadas fue la de la jornada de ocho horas, que no se consiguió hasta años más tarde. En Terrassa, los primeros a reivindicarla fueron los albañiles, el 27 de febrero de 1890.