Mucho glamour. Esta es la sensación que desprendió el desfile de vestidos modernistas celebrado el domingo, al mediodía, en el atrio del Ayuntamiento por la lluvia y no en la Plaça Vella como estaba previsto.
Un total de 41 personas recorrieron la pasarela -la mayoría mujeres- ataviadas con ropajes de hace cien años o más y que hoy parecen de ensueño por su gran elegancia y vistosidad. Fue una exhibición de alta costura en mayúsculas.
Destacaron por su distinción y belleza, la familia Llucià- Villares, compuesta por los padres y sus dos hijos, que causó admiración por el estilo y la calidad de las telas de sus vestidos apropiados para asistir a una recepción en la Casa Museu Alegre o a un concierto de clásica en el Gran Teatre del Liceu. La pareja formada por Neus Marcet y Juanjo Vázquez, se mostraron también singulares caracterizados de obreros con traje de fiesta para “ramblejar” o ir al baile del Casino del Comerç. Su indumentaria se apreció modesta, como mandaba la clase social y la época, pero fue aplaudida por hacer honor a la temática de la fira de este año. Asimismo, Maria Carme Culla y Pere Gelabert aportaron la nota alegre con indumentaria que evocaba los music-hall de París. Ella, de bailarina de can-can y él, de “maitre” de cabaret. El desfile, amenizado con mucha simpatía por la “speaker” Anna Reixach, recibió los aplausos del público y finalizó con una foto de familia de todos los modelos participantes. Esta fue la segunda vez que hubo pasarela modernista. El acto fue organizado por el Centre de Documentació i Museu Tèxtil (CDMT) y el Ayuntamiento, con el objetivo de mostrar una selección de los vestidos que se confeccionan en los cursos del museo. En esta edición, los talleres han contado con más de cuarenta personas, las cuales han diseñado y cosido su vestido así como otros para familiares y también para amigos. Lo han hecho de forma rigurosa, documentándose y hojeando muchas revistas para no perderse ningún detalle.
Trabajo previo
Carme Villares, una de las alumnas que protagonizó uno de los pases más celebrados junto a su marido, Jaume Llucià y sus dos hijos, Jaume y Meritxell, de 10 y 8 años, explicó que “hace seis años que nos vestimos toda la familia. Es una labor que me encanta. Buscar documentación, estilos nuevos, hallar los tejidos más apropiados… Lo más difícil es hallar los complementos…”.
En esta edición, Carme y Jaume optaron por recrear una familia burguesa de principios del modernismo. Ella lució vestido de seda, de un color tornasolado, mezcla de azul y marrón, y un sombrero adornado con flores y plumas: y él un chaqué negro con sombrero de copaa, y el reloj de bolsillo. Sus hijos Jaume y Meritxell vistieron trajes de lino beige del momento.
Significó Carme el traje de la niña inspirado en una foto antigua de su bisabuela y que llevaba una aplicación que recordaba las “voltes” de la Masia Freixa, así como el complemento de su hijo, una rueda de bicicleta que le había proporcionado su abuelo y que la hacía rodar mediante una varilla como si se tratara de un aro. En el otro extremo, si de clases sociales habláramos, Neus Marcet y Juanjo Menéndez, aprecieron de obreros. Neus explicó que “es la primera vez que participamos en la Fira Modernista vestidos y nos hemos decantado por el vestido de fiesta de los trabajadores de fábrica porque es la temática de este año”.
La pareja lucían estilo y prendas de algodón (ella camisa blanca y falda de cuadros azul y el, camisa ancha de “carreter”, cubriendo otra camisa a rayas azul cielo y blanca y pantalón azul marino) y calzado al uso, “espardenyes de espart”. Neus significó la mantelina negra que llevaba sobre su blusa blanca. “Es de mi bisabuela. Me hace mucha ilusión haber rescatado este complemento familiar del baúl que heredé de mi madre”, contó.
Estimulante
Fotografías y complementos de antaño sirvieron también a Maria Carme Culla y Pere Gelabert para idear su vestido inspirado en la época de los music-hall parisinos a través de pinturas de Toulouse-Lautrec. Maria Carme subrayó el encaje de su vestido de bailarina. “Ha sido un trabajo duro pero muy divertido. Llevo un cancán de once pisos y, con las enaguas, un encaje de puntas que debe rondar los 50 metros más o menos. Y el mantón de flores es de mi bisuabuela, de cuando se casó. Es precioso. Lo guardaba en una caja como recuerdo familiar”. Para todos ellos, vestirse por la Fira Modernista es estimulante por por buscar y confeccionarse el vestido, y también es gratificante pasearse con la indumentaria dando vida humana al paisaje de época.
Carme Villares y su marido, Jaume Llucià, así lo explicaron. “Lo pasabamos muy bien porque vamos en grupo, con otras familias, y participamos juntos de las actividades infantiles porque tenemos niños de corta edad. Además, el hecho de ir vestido comporta que la gente que pasea interactúa más contigo”.
Maria Carme Culla, bailarina de can-can por dos días, coincidió plenamente. “Nosotros solemos vestirnos por libre pero nos motiva mucho. Un año nos inspiramos en los figurines de la película “Memorias de África”, en concreto en la boda de la protagonista, personaje que recae en Meryl Streep. Y para este año elegimos un cabaret francés por eso de poner una nota de alegría en los tiempos que corren”.
LA CIFRA
41. Son las personas que participaron en el desfile que se celebró el domingo al mediodía en el atrio del Ayuntamiento