Mucho glamour ha desprendido el desfile de vestidos modernistas celebrado este mediodía, por la lluvia, en el atrio del Ayuntamiento y no en la Plaça Vella como estaba previsto.

Un total de 41 personas han recorrido la pasarela -la mayoría mujeres- ataviadas con ropajes de hace cien años o más y que hoy parecen de ensueño por su gran elegancia y vistosidad. Alta costura en mayúsculas.

Destacaron por su distinción y belleza, la familia Llucià- Villares, compuesta por los padres y sus dos hijos. La niña, Meritxell, sorprendió con un vestido beige de lino inspirado en les “voltes” de la Masia Freixa. También se mostraron singulares Neus y Juanjo, caracterizados en el papel de obreros con traje de fiesta para “ramblejar” o ir al baile. Su indumentaria se apreció modesta, como mandaba la clase social y la época, pero aplaudida por hacer honor a la temática de de la fira de este año. Asimismo, Maria Carme y Pere aportaron la nota alegre con indumentaria que evocaba en los music-hall de París. Ella, de bailarina de can-can y él, de maitre de cabaret.

El desfile, amenizado por Anna Reixach, ha sido organizado por el Centre de Documentacio i Museu Tèxtil y el Ayuntamiento, con el objetivo de mostrar una selección de los vestidos que se confeccionan en los cursos del museo para el evento. La pasarela ha recibido los aplausos del público y finalizado con una foto de familia de todos los modelos participantes.

Elegancia y vistosidad en el desfile de vestidos de época
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