Hay obras de teatro que no se olvidan. La de Natàlia/”La Colometa”, el personaje protagonista de “La plaça de Diamant”, de Mercè Rodoreda, que interpretó Lolita Flores en el Teatre Principal, el domingo, es de una de ellas, al menos para quien escribe. Fue una tarde mágica. Uno de esos días de teatro en que el actor/la actriz empieza su relato y poco a poco te envuelve, te atrapa y te arrastra haciéndote partícipe de lo qué cuenta hasta llegar a emocionarte.
Lolita lo consiguió sin apenas darnos cuenta. Tanto fue así que cuando salió al escenario para despedirse se encontró con la grata sorpresa de que la mayoría del público, que llenaba la platea y el primer piso, estaba de pie dedicándole largas y fuertes ovaciones. El premio del respetable no fue porqué sí. La actriz nos brindó una “Colometa” brutal, esencialmente en las segunda parte, la más dramática, cuando pierde el marido y otros seres queridos y tiene que salir adelante con sus dos hijos pequeños.
Lolita agradeció, en un gesto y tono sencillo, como el talante que dispensa la jovencita de Gràcia, el caluroso adiós de los espectadores con estas palabras: “Sé del significado de esta obra para el público catalán, de su autora tan conocida y respetada. ‘La plaza del Diamante’ me ha permitido regresar al barrio de Gràcia donde nació mi padre. Estoy enormemente agradecida a Mercè Rodoreda y satisfecha por el beneplácito de los aplausos que ustedes me dan”. Lolita se fue camino de bastidores. Mientras lo hacía rememorábamos pasajes de su “Colometa”. ¡Qué maravilla! La actriz se metió en la piel de este personaje femenino hasta el fondo de su médula.
Recorre la vida de esta chica llamada Natàlia, del barrio barcelonés de Gràcia, desde que se enamora y se casa con “Quimet”, tienen dos hijos y queda viuda para después rehacer su vida con Antoni, el comerciante de un pequeño colmado. Retazos de una joven que discurren en mayor parte en un ambiente hostil, con la Guerra Civil y la posguerra como telón de fondo.
Relato próximo
La protagonista lo cuenta en primera persona . Lo hace sentada en un banco, con las manos apoyadas en su regazo, con un pañuelo en las manos., bajo una iluminación tenue y una música que aparece de modo puntual. Sólo el tono de sus palabras, su mirada, sus gestos, nos permiten adivinar cómo se siente en cada una de las situaciones por las que transita en cada etapa de su vida.
Como en todos los monólogos, costó un poco conectar al principio pero a medida que transcurrió el viaje, Lolita crecía con la misma intensidad que lo hacían sus experiencias. Nos conquistó “la Colometa” enamoradiza pero nos conmovió mucho con “la Colometa” ya madre y viuda, con dos hijos, con sus pensamientos -a veces destructivos- sobre la soledad, la infelicidad y la miseria.
Hubo pasajes de este relato que nos dejaron el corazón en un puño como el grito desgarrador, que se muestra en silencio pero no se escucha, para rebelarse contra el profundo dolor que atraviesa y del que no se siente capaz de superar. Si tienen oportunidad, vean a esa nueva “Colometa”/Lolita, dirigida magistral y poéticamente por Joan Ollé. Para ella, este trabajo ha sido “un regalo del cielo”. Para nosotros, también.
FICHA TÉCNICA
Obra de Mercè Rodoreda. Intérprete: Lolita Flores. Dirección y adaptación: Joan Ollé. Día 24 de abril. Teatre Principal (plaza de Maragall, 2).