“Uno de los grandes nombres de la cultura terrassense del siglo XX, y uno de sus más importantes activistas”, en palabras del concejal Jordi Flores, recibió ayer, a título póstumo, la Medalla d’Honor de la Ciutat. El salón de plenos del Ayuntamiento fue, durante el acto de entrega, una intensa evocación de Salvador Alavedra i Invers (Terrassa, 1919-2015), de su labor polifacética y su generosidad, y su “compromiso incuestionable por la ciudad”.
La introducción de Flores dio paso a la glosa de la periodista Adela Farré, publicada como texto del opúsculo biográfico dedicado a Alavedra de la serie “Homenatges”. “El hombre, el artista y el ciudadano Salvador Alavedra merece que, más pronto que tarde, se escriba de él una completa biografía, que será, sin ningún tipo de duda, no solo un relato de sus aportaciones como creador, investigador y gestor cultural, sino también una crónica de las dificiles circunstancias que vivió su generación”, comenzó.
Amistad, compromiso, discreción
Alavedra solía elaborar inventarios, de hechos importantes, artistas, efemérides, recuerdos, y Farré quiso emularlo en su glosa, desarrollándola a través de diez palabras clave. La primera, amistad, que “era para él un valor superior”. Se hizo socio de Amics de les Arts en 1935, con solo 16 años. “Las amistades construidas en esta época fueron la semilla de la Penya dels Ximples, que desde mediados de la década de 1940 hasta el inicio de la Transición marcaron la vida y la personalidad de Amics de les Arts.” Alavedra fue quién grabó y editó los discos de las canciones de la Penya dels Ximples, en 1964 y 1976, y recogió las letras en un libro, en 1971.
Segunda palabra: compromiso, con Terrassa y con la cultura, demostrado en la Junta de Museos, en Amics, los libros de historia del arte terrassense que publicó, su participación en excavaciones arqueológicas y la organización de grandes exposiciones. Tercera: discreción, y ahí Farré recordó “su papel esencial y poco conocido de mecenas cultural”, Fue él quién, entre otras generosidades, en 1971, cedió a Agustí Bartra y Anna Murià un piso de su propiedad para que la pareja de escritores se estableciera en Terrassa,
También la glosa abordó la importancia que tenía para él la familia, su humildad, sus muchas inquietudes (hizo una colección de películas en 8 mm sobre los viajes espaciales de las naves Apolo, entre 1970 y 1974). Las últimas palabras: meticulosidad, perseverancia, pulcritud y religiosidad.
Tras la lectura del acuerdo plenario de concesión de la distinción, el alcalde Jordi Ballart hizo entrega de la Madalla d’Honor de la Ciutat a una de sus hijas, Victòria Alavedra . Ésta agradeció la distinción,a la ciudad y “a todos los que han contribuido a hacer posible este acte. A mi padre y mi madre les hubiera gustado mucho compartir este rato con todos vosotros”.
“Salvador Alavedra ha dejado un gran vacio y una gran nostalgia en la vida ciudadana”, señaló Ballart. “A todos los hubiera gustado darle esta distinción en vida suya, pero no ha sido posible. Pero nos queda de él un legado extraordinario, en la memoria personal y la colectiva. Su ejemplo contribuirá a hacer mejores personas y ciudadanos”.