Con "Camisa de foc",, una novela sobre los desvaríos que el amor puede llegar a producir, y su relación con los antiguos teoremas matemáticos, para la que se documentó leyendo veintidós libros de psiquiatría y numerosos enciclopedias matemáticas, la escritora terrassense Anna Carreras i Aubets hizo en 2008 una entrada rutilante en la literatura catalana. Publicó luego otras obras en un estilo "barroco" y "enrevesado", según las tilda el texto de la solapa de "Ombres franceses", que señala que esta nueva novela de Anna Carreras, la primera en cinco años, "pasa el lenguaje por el cedazo de la claridad oriental y se hace amable". Para explicar una obra coral por la que pasea una joven, Juliette Lavelle, que vive en el barrio parisino de Montmartre, estudia arte y literatura oriental en la universidad de la Sorbonne, bebe valeriana y presenta un relato al premio Epimenides de paradojas lógicas; su neurótico profesor Paul Lippman, incapaz de resolver la paradoja del cretense Epimenides ("todos los cretenses son unos mentirosos"); el poeta Georg Frieden, de la que Juliette se enamora sin proponérselo; Blue-Ray, que pregunta en los xats de internet por el cineasta ruso Andrei Tarkovsky; el psicoanalisa Felicien, o Jean Luc Lamoix, otro poeta, que se ruboriza siempre que empieza a hablar.
"Ombres franceses", que puede leerse como una casi-comedia romántica, marca un giro en su obra ¿Será definitivo, el inicio de nueva etapa, o simultaneará esta línea "amable" con nuevas obras de "estilo barroco y enrevesado"?
La escritura, como todas las artes aplicadas, es una suma de ejercicios de estilo, un riesgo y una aventura con muchas capas superpuestas. Esta vez la historia exigía un estilo diferente del de "Camisa de fuego", claridad oriental, amabilidad. La propia trama pedía que el lector no hubiera de hacer un gran esfuerzo de diccionario sino de imaginación.No es ningún giro definitivo, pero también es verdad que el barroquismo no ayuda a hacerte entender, solo a expresarte, y el mundo de hoy es el mundo de la comunicación. Esto que dices de casi-comedia romántica es interesante, pero "Ombres franceses" no se queda en los rudimentos de "Amelie", sino que hay un juego interesante con la cultura oriental que transforma la historia en thriller y, al final, en fábula. La ética (el argumento) y la estética (el estilo) siempre han de ir de la mano.
La historia está trufada de referencias culturales. ¿El lector pierde significado si no ha visto las películas de Tarkovski, por ejemplo?
!No! En absoluto. Hay quién va de viaje con una maleta más grande y hay quién prefiere marchar con una bolsa de mano. Los niveles de lectura son tantos como lectores se acercan al libro. Si no sabes quién es Tarkovski tienes dos opciones. Abrir Google o seguir leyendo y aquí no ha pasado nada. Estos referencias culturales embellecen el text, le dan dignidad. Como está todo dicho y en un pasado siempre lo habrán dicho mejor que tú, la originalidad reside en este rompecabezas artístico donde todo suma. Quizás también es marca de la casa: puedo haber aspirado a la sencillez sintáctica,pero venimos de una tradición y es preciso no olvidarlo nunca.
¿Por qué la ambientación en París y el interés de la protagonista por el mundo oriental?
París es un mito y un universo lleno de simbología asociada. Para dar este aire de fábula a la novela había de alejar el escenario, hacerlo casi onírico. Las novelas japoneses son pequeñas joyas de sensualidad y sentido. Juliette podía haber estudiado veterinaría, pero por el mismo motivo que la elección del escenario es exótica, sus estudios también son minoritarios: estudiar arte y literatura orientales en La Sorbonne la hacían diferente, especial y original. Por otra parte, el mundo oriental es ejemplar: la calma, el aprendizaje permanente, el equilibrio, el hecho de pensar que la vida no es una ganancia ni la muerte una pérdida, el detallismo, etc. son características de la protagonista, pero también son aspiraciones de la autora.
La informática tiene una presencia constante en la novela.
La informática del libro será un anacronismo en el año 2200. Pero por ahora es el medio de comunicación que tenemos: estamos en la era de internet. Antes estábamos en la era, jugábamos en la calle y nos entreteníamos llevando las cartas de amor a Correos. Ahora no, todo va de prisa, todo ha de ser instantáneo como el café malo. Recrear esta comunicación informática era establecer contraste con la filosofía oriental que plantea por el libro. Y que cada cual escoja de qué mal quiere morir.
Con los años que lleva de escritora, es lógico pensar que los personajes están inspirados en personas reales que se pueden encontrar, o que se ha encontrado, en el mundo literario. ¿Es así?
Es así, pero no te dire quién. Cuando escribimos, estamos allá, y recuperamos todo de experiencias o relaciones para tejer carácteres nuevos con rasgos conocidos. El poeta Frieden, por ejemplo, es la caricatura de los poetas babosos que corren por el mundo. Y el profesor Lippman, que tiene un nombre demasiado bonito, es la caricatura del profesor pedante, incapaz de reconocer un error y amargado por esto mismo. El hecho de que la protagonista presente un cuento a un concurso literario me sirvió para hablar de este terrible mundo de los premios literarios grandes en nuestro país: una auténtica vergüenza donde lo que cuenta es el euro y no la literatura, donde el amiguismo y la mentira triunfan por encima del arte.
¿Se siente cercana a la literatura de Anaïs Nin, como reza la solapa?
¡Absolutamente! Con la lectura de sus dietarios aprendí que antes de escribir se ha de vivir, mucho, intensamente, como si no hubiera mañana. Lo que pasa es que también sabe que toda pasión acaba en tragedia, en esto también me ha prevenido. Pero ella era infinita, inacabable. Y rica. O sea que su literatura es como ella y no se acaba nunca, es moderna, rica y se dedica a analizar la condición humana y las relaciones de pareja para entenderse a ella misma. Además, Nin murió una semana después de mi nacimiento, y esto impacta. Las dos nos negamos a vivir en este mundo ordinario como mujeres ordinarias. Buscamos el momento alto. Nos adaptamos, solo, a nosotras mismas. No acatamos.
LOS DATOS
Título: "Ombres franceses"
Autor: Anna Carreras i Aubets
Editorial: El Cep i la Nansa
Precio: 13 euros