Funeraria tiene sobre la mesa de trabajo la incorporación a su catálogo de ataúdes el formato de féretros de cartón. La iniciativa cobra relevancia después de que se haya aprobado en junta de portavoces una propuesta de la CUP encaminada a abaratar las tarifas del proceso de incineración y sepultura mediante la introducción de los féretros de cartón rígido.
En este momento la oferta de ataúdes de cartón es muy amplia y los precios oscilan en función de las calidades y las prestaciones finales del féretro. En la mayoría de los casos, sin embargo, el coste del ataúd de cartón es muy inferior al tradicional de madera.
Concretamente el servicio funerario más económico que ofrece la empresa municipal ronda los 800 euros e incluye el féretro de madera, el vehículo fúnebre, y varios servicios como el del personal de protocolo y asistencia, así como los trámites de Registro Civil. Un ataúd de madera puede oscilar entre los 50 y los 200 euros, según la mayoría de tarifas vigentes hoy en el mercado.
El acuerdo de junta propone el estudio de la viabilidad técnica del nuevo formato de ataúd. Y ese es precisamente el handicap al que se enfrenta la decisión municipal.
La gerencia de Funeraria estudia desde hace dos años la incorporación del féretro de cartón a su oferta, pero la decisión está pendiente de que el mercado cuente con modelos homologados y autorizados por la administración sanitaria.
“Estamos comprobando si existe algún modelo homologado por una agencia de calidad -explica Isabel Ruz, gerente de Funeraria-, y, en caso afirmativo, solicitaremos autorización por parte de la consellería de Salut”.
Funeraria exigirá también que los féretros de cartón cumplan los requisitos técnicos que fija la Llei de la Policia Sanitaria Mortuoria y “en última instancia valoraremos los precios, porque es importante que la decisión comporte un ahorro real”.
La introducción de los ataúdes de cartón en los servicios funerarios está sujeta a requisitos técnicos y medioambientales. La caja debe ser resistente y garantizar su integridad durante las 24 o 48 horas de velatorio, sin sufrir desperfectos por la degradación del difunto.
El féretro debe ser además biodegradable. Los primeros ataúdes de cartón provocaban emisiones de cloro durante la cremación, ya que estaban confeccionados a partir de un proceso de reciclaje en el que se utilizaban cloros para el limpiado del papel. Hoy, sin embargo, la calidad de los ataúdes se ha depurado y la oferta de cajas biodegradables es amplia.
El acuerdo de la junta de portavoces apunta un requisito más a la autorización de los féretros de cartón en la ciudad. “Deberán reunir una apariencia estética acorde con el momento y que dignifique la situación”.
Uso social
Los ataúdes de cartón viajaron hasta Indonesia para atender las necesidades funerarias originadas por el trágico Tsumani a partir de una donación multimillonaria a Cruz Roja Internacional. El uso de este nuevo modelo ecológico está asociado a un uso social, especialmente en momentos de crisis.
La CUP, y con ella los grupos que dieron apoyo a la propuesta en junta de portavoces, defiende la necesidad de “ofrecer plena tranquilidad a las familias, a fin de que no se vean en el compromiso de hacer cálculos económicos en un proceso tan doloroso como el duelo. Y aún menos tener que sufragar cifras que son astronómicas para personas sin ingresos, asumiendo precios mucho más altos de los que pueden pagar y viéndose obligadas a endeudarse”.
El sector funerario lleva años envuelto en una vorágine comercial derivada de la incorporación a la oferta de los ataúdes de cartón, que en un principio amenazó con poner fin al monopolio de los productores de féretros de madera. Lo cierto es que sólo algunas funerarias han incorporado el modelo de cartón a su catálogo, ante la reticencia de algunas administraciones a autorizar su uso en los servicios funerarios.
El factor ecológico y el económico avalan a un sector en auge que juega la carta de la sostenibilidad y la componente social. Y lo hace en un servicio, el funerario, que comporta un desembolso muy importante para las familias, especialmente inviable en tiempos de crisis. En ese contexto, abaratar los procesos de incineración y de inhumación se han convertido en objetivo prioritario.