Día tras día muchos padres insisten a sus hijos adolescentes que no se vayan a dormir tarde porque descansar las nueve horas recomendadas para su edad. Pero al llegar la noche, la respuesta siempre es la misma: "no tengo sueño". Una realidad que no obedece a un acto de rebeldía sino a uno de los cambios experimentados en esta etapa de la vida. La falta de sueño constituye un problema para muchos adolescentes y pre-adolescentes cuya media está muy por debajo de las nueve horas diarias que los expertos recomiendan. El doctor Eduard Estivill, especialista europeo en medicina del sueño, explica a la agencia EFE qué quita el sueño a los más jóvenes de la casa.
Un reloj desprogramado
A partir de los 13 o 14 años, el sueño cambia en los adolescentes, se encuentra controlado por un grupo de células que conforman nuestro "reloj biológico", situado en el cerebro, y cuya misión es dictar las horas que debemos dormir según la edad. Al abandonar la niñez, este reloj se retrasa y "nos da la señal de que no tenemos sueño hasta la una o dos de la mañana", apunta Estivill. El doctor explica que si los adolescentes no consiguen conciliar el sueño entre las diez y las doce de la noche, "no es porque no quieran, ni por un trastorno de rebeldía sino porque su reloj biológico se desprograma".
Aunque algunos menores poseen la capacidad de dormir menos horas de las recomendadas, para otros, "el desajuste del reloj biológico puede tener consecuencias indeseables", asegura el experto. Cuando un adolescente duerme cuatro o cinco horas diarias de forma mantenida en el tiempo, pueden aparecer una serie de problemas como: cansancio, somnolencia, mal rendimiento escolar o problemas de conducta. Para evitar todas estas complicaciones el experto indica que es fundamental que los padres conozcan la situación que realmente se produce y no lo achaquen a cosas de la edad.
"Si este reloj no lo ponemos en hora, puede marcar la vida de este adolescente cuando sea mayor", advierte Estivill, quien precisa que la falta de sueño prolongada en el tiempo puede impedir el rendimiento por la mañana en el colegio, limitar su potencial de cara al futuro e incluso provocar el fracaso escolar.
El especialista explica que cuando se da este desajuste de forma continuada, empiezan a estudiar por las tardes, al buscar empleo lo prefieren de tarde-noche, "intentan de forma intuitiva adaptarse a su horario", a algunos les puede ir bien pero no todos logran seguir este ritmo.
Poner el reloj en hora
Para evitar que esta alteración del sueño de los adolescentes se convierta en una pesadilla para padres e hijos, el doctor aconseja: pensar que no es culpa del adolescente. Además, comprender que se trata de un problema de sueño, una alteración en la organización del ritmo del sueño-vigilia.
"Hoy en día lo podemos solucionar", explica el especialista, quien sostiene que siempre hay que ir al médico para recibir un diagnóstico y tener seguridad de que se trata de esta situación.
Asimismo, apunta que para poner el reloj biológico en hora, se establecen una serie de medidas que pasan por mantener despierto al paciente durante un cierto intervalo de tiempo y "ponerlo en hora". Para fijar el ritmo horario el tratamiento consiste en administrar melatonina "una sustancia que nos ayuda a dormir correctamente", con un papel clave en "la regulación de los horarios de las personas".
Cuando se cuenta con la colaboración de las familias, normalmente se consigue resolver con éxito el 100% de los casos, concluye.