Unos agentes de la Policía Municipal pararon el lunes por la noche un vehículo porque un faro no le funcionaba. Y el conductor terminó imputado como presunto autor de un delito contra la seguridad del tráfico. Tenía el carné suspendido por un juez.
Los policías interceptaron el coche a las 9.25 de la noche en la carretera de Castellar. Un faro no le funcionaba. Informaron de ello al conductor y notaron que el hombre olía a alcohol. Tuvo que soplar, y dio positivo, con tasas de 0,35 y 0,36 miligramos. Esos niveles no son constitutivos de delito, sino sólo de infracción administrativa, pero al hombre le acabaron abrieron diligencias penales. La razón: al comprobar sus datos, los agentes supieron que tenía el carné de conducir suspendido por orden judicial. La retirada era para más de dos años. El hijo del conductor fue denunciado por los guardias por falta de respeto.
Horas antes, a las cinco de la tarde, la policía inmovilizó como medida preventiva un automóvil en la calle de Baracaldo, en Torre-sana, porque su conductor presentaba signos evidentes de ebriedad.
Así, los agentes evitaban que cogiese el vehículo. La policía había sido advertida del estado del hombre por personal sanitario que lo había visto cuando intentaba entrar en el coche, con la aparente intención de ponerse al volante.