A la planta de biometanización de Can Barba llegan anualmente 22 mil toneladas de residuo orgánico procedente de los hogares vallesanos que, tras convertirla en biogas, generan energía eléctrica que se vende a los proveedores. Además, la instalación transforma una media de 3 mil toneladas anuales de materia orgánica en abono, un compost que en justa recompensa las deixallerías de la comarca ofrecen de forma gratuita a la ciudadanía.
El Consorci de Residus quiere responder así al esfuerzo de separar en casa que realizan los hogares vallesanos, cuyos titulares puede recoger los sacos de abono que se apilan en las deixallerías y así cerrar el círculo del reciclaje.
El compost tiene múltiples usos en agricultura, jardinería y en tareas de restauración, tanto en el hogar (plantas y huertos domésticos), como en instalaciones colectivas o profesionales.
Ese abono que se distribuye en sacos en las deixallerías, es el resultado de la descomposición anaerobia de la materia orgánica, mayoritariamente restos de alimentos y de poda. El residuo se somete a un proceso de compostaje que da lugar a un compost de gran calidad.
Sus características físicas, químicas y biológicas lo dotan de un nivel óptimo para ser utilizado como abono natural en agricultura extensiva y ecológica, como fertilizante en tareas de jardinería y en la composición de sustratos. También en la recomposición de suelos degradados (regeneración de taludes, clausura de vertederos), incluso en la restauración de actividades extractivas.
Sólo separamos un 25%
En ese momento, los vallesanos sólo separan una cuarta parte de la materia orgánica que generan en casa, en torno a las 25 mil toneladas de media anuales en los últimos siete años. Desde 2012, la cifra ha ido a la baja, en un fenómeno que, según apuntan los expertos, responde a tres factores igualmente preocupantes: la reducción del consumo asociada a la crisis, la dramática sustracción de alimentos de los contenedores y una cierta relajación en el hábito de separar en casa.
En Terrassa se recogen anualmente unas 7 mil toneladas de materia orgánica depositada en el contenedor marrón, donde la estadística confirma una caída anual de quinientas toneladas en los últimos cinco ejercicios.
Menos residuos, más personas
La ciudad no escapa al retroceso que experimenta la separación en casa de la materia orgánica en toda la comarca vallesana. De hecho, durante los últimos años ha descendido de forma generalizada la generación global de residuos. Desde 2007 hasta 2014, el volumen de basura que producimos en casa ha descendido en un total de 53 mil toneladas.
El dato contrasta con la evolución demográfica, de tal manera que crecemos en población, pero generamos menos basura. Durante los últimos siete años la producción de residuos ha caído un 17 por ciento, mientras la población ha aumentado un 5%, en concreto 33.500 habitantes más.
El Consorci de Residus del Vallès Occidental está convencido de que con una correcta separación en casa, la recogida de materia orgánica podría multiplicarse por tres. Es decir, el Vallès podría alcanzar las 90 mil toneladas. La mayoría de esos residuos acaban actualmente en el contenedor verde, el de la fracción resto, lo que termina disparando hasta un 50 por ciento la factura municipal.
En las caracterizaciones realizadas en el Centro de Tratamiento de Residuos (CTR) de Coll Cardús, un 35 por ciento de la fracción resto que llega a la instalación es basura orgánica. Eso supone unas 54 mil toneladas de residuo orgánico que no se ha seleccionado previamente y cuya entrada al CTR se paga en este momento a 76 euros la tonelada.
Conviene tener en cuenta que la Agència de Residuos de Catalunya penaliza a los municipios que más basura generan, mediante un canon que aumenta en proporción al volumen de la fracción resto que llega al CTR. Por contra, la materia orgánica “limpia” que va a Can Barba paga una tarifa de entrada (ver despiece), pero los ayuntamientos recuperan parte de ese dinero en función del nivel de pureza.
Cae el cartón y sube el textil
En un análisis global de la selectiva en el Vallès, las diversas fracciones experimentan evoluciones dispares en los últimos años. Mientras la orgánica, el vidrio, los envases, los voluminosos y el cartón han registrado descensos más o menos significativos, fracciones como los restos vegetales y el textil se mantienen o aumentan.
Concretamente la recogida de ropa usada se ha multiplicado por dos en apenas cinco años, mientras el cartón ha caído a la mitad, fruto mayoritariamente de las sustracciones del contenedor.