Terrassa

Recuperar el Torrent del Sagrament

Hubo un tiempo, allá hacia mediados del siglo pasado, en que los escolares egarenses iban con frecuencia a merendar o pasar el día, entre patada y patada al balón, a la zona de la Font de les Canyes, un punto natural ubicado al noreste del término municipal de Terrassa que limita con la actual urbanización de la Font de l’Espardenyera.

Más tarde, ya en la década de los setenta, en las inmediaciones de dicha Font de les Canyes (localizada en el Torrent del Sagrament) aparecieron huertos creados por quienes quisieron aprovechar un trozo de tierra que quedaba libre cerca de la ciudad para tener su propia vía de escape del ajetreo urbano. Allí plantaron, a tan sólo unos kilómetros de su casa, patatas, lechugas, tomates y hasta árboles frutales.

“Yo estoy en el Torrent del Sagrament, más o menos, desde mediados de los ochenta. Como fui de los últimos en llegar, tuve que coger un terreno que no está en el fondo de lo que es el torrente en sí, sino justo al lado de la carretera de Castellar”, explica Emilio Giménez, un agricultor de 69 años. Emilio nació en Fiñana (Almería) y llegó a Terrassa en los años setenta.

“Entonces trabajaba ocho horas en el textil y no ganaba mucho dinero, la verdad. Además tenía bastante tiempo libre. Y a mí siempre me había gustado la tierra, así que tomé este terreno, lo vallé, planté higueras, flores, construí una barraquilla para que me diera la sombra durante el verano y dentro de ella levanté una chimenea. Cuando los niños eran pequeños, veníamos aquí, al torrente, a pasar el día”, cuenta Emilio.

De ayer a hoy
En la actualidad, aún quedan unos 20 agricultores aficionados, aunque con mucho oficio a sus espaldas, en el Torrent del Sagrament. Ocupan un espacio que se extiende de la Font de les Canyes hasta la carretera de Castellar. Desde el Ayuntamiento de Terrassa afirman que la mayor parte de estos terrenos son de gestión pública (pertenecen a la finca de Mossèn Homs) y que ya se comunicó a los hortelanos en su día que deberían dejar las parcelas y trasladarse.

En el Consistorio remarcan que los huertos y las barracas que todavía hoy se encuentran en el torrente son el fruto de ocupaciones que se llevaron a cabo hace muchos años sin ningún tipo de autorización legal.

Para acabar con esta realidad agrícola que ha perdurado en el tiempo y devolver el cauce del torrente a su estado natural, el Ayuntamiento ha iniciado la limpieza del lugar. Y lo ha hecho mediante un equipo de cinco operarios de la asociación Alba, que han trabajado durante más de un mes, por encargo municipal, para acabar con las barracas y los huertos que había al norte de la Font de les Canyes. Terminaron su tarea el 29 de enero pasado. En la zona sur de la fuente es donde aún se concentran números payeses.

Israel Jané, jefe del equipo de Alba, cuenta que “limpiar esta parte del torrente ha sido un encargo bastante arduo. Nos hemos encontrado con barracas que los agricultores habían construido a consciencia, con auténticos pozos que los inquilinos habían usado para tener agua con la que regar, con picas para lavar, con chimeneas, sofás y hasta con una tabla de surf”. El joven añade que con la ayuda de retroexcavadoras han derribado unas 25 barracas. “No eran simples construcciones donde guardar las herramientas, sino que parecían más bien casitas en las que pasar el fin de semana. Hemos encontrado hasta cubículos que estaban pintados de azul. Daba toda la impresión de que eran piscinas”, relata.

Actuación
El tramo del torrente en el que ya se ha intervenido comprende una franja de unos diez metros de anchura por un kilómetro de largo. Toda esta superficie es básicamente de domino público. Ya por encima del cauce, unas parcelas ocupan la pendiente. La mayoría de ellas son privadas, mientras que una es de gestión municipal.

Como en cualquier actuación en la que toman parte miembros de Alba, una asociación egarense de ayuda y tratamiento de las adicciones, la limpieza del torrente también ha tenido un valor añadido de índole social. Así lo explica Esther Pérez, directora asistencial de la entidad. “En la obra han participado cuatro chicos de Terrassa que habían sufrido problemas de adicciones y llevaban mucho tiempo sin trabajar. Este encargo les ha servido para desarrollar competencias laborales de responsabilidad y buena gestión del tiempo”, detalla.

Tras dejar ya limpio un tramo del cauce, queda aún por determinar en qué momento los hortelanos que permanecen cerca de la Font de les Canyes deberán abandonar el sitio que un día hicieron suyo. Una idea que no genera demasiado entusiasmo entre los cultivadores. Uno de ellos, Antonio Bello, concluye: “Estar aquí me entretiene, la verdad. Ya tengo 72 años. Estoy jubilado, claro. Y no quiero trabajar otro huerto. Yo lo paso bien en el torrente”.

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