Terrassa

Unos toreros bien vivos

Lo primero que llamó la atención en el concierto del pasado sábado fue una primera evidencia: el regreso de Toreros Muertos a la carretera ha atraido, al menos en Terrassa, a un mayor número de seguidores hombres que a las féminas. Y eso que en los ochenta a la banda le volaban los sujetadores mientras interpretaban sus irreverentes y alocadas canciones, ante una audiencia siempre numerosa que les convirtió en uno de los símbolos de la sátira en una rica escena musical, la de los 80.

Pero no sólo eso ha cambiado en Los Toreros Muertos del siglo XXI. De todos es sabida la actividad multidisciplinar del líder de la banda, Pablo Carbonell, miembro fundador el grupo que ha vuelto a lanzarse a la carretera junto a los también fundadores Guillermo Piccolini y Many Moure, más dos músicos de apoyo.

Esa personalidad inquieta de Carbonell, que le alía con la música, el cine, la televisión y el teatro, ha acabado por transformar el directo de la banda, con una puesta en escena teatralizada en la que Carbonell experimenta varios cambios de vestuario y aparece junto a sus compañeros convertido en una especie de “clown torero”, con su traje de luces (lo de las luces es literal; los músicos llevaban unas hombreras con unas pequeñas bombillas prácticamente siempre encendidas) y su montera.

De esa guisa se presentaron ante un público conquistado de antemano, ansioso por rememorar algunas de las canciones más recordadas de la banda. El concierto comenzó de igual forma que la banda lo hacía en su primera etapa, y lo hace en su más reciente trabajo, “En vivo.” De hecho, el orden del repertorio fue al principio muy parecido al propio repertorio del disco, salvo alguna excepción, aunque con el paso del tiempo la banda se fue yendo por otros derroteros.

Temas conocidos
De este modo, se fueron sucediendo la inevitable “Probando”, “Ya están aquí (Los Toreros Muertos)”, “On the Desk”, “A tu casa”, “Pilar”, “Manolito”, “El mono de la NASA” (con casco de lentejuelas incluido)… Fueron temas más o menos conocidos, entre los que también tuvieron cabida canciones tan esperadas como “Yo no me llamo Javier” o “Mi agüita amarilla” (ésta más hacia el final.) Pero el disco no fue la única referencia de la “set list”; también sonaron otras canciones no incluidas en la grabación, como “Teruel” o “Bicicleta estática”, completando una actuación que la banda trabajó con entrega y suma energía, contagiando a su público las ganas de fiesta.

Hay que decir que el numeroso público no sólo fue veterano, sino que también se dejaron arrastar por sus mayores jóvenes fans que se dejaron conquistar por una banda que no ha perdido su vigencia, y que conserva (no sabemos cuál debe ser el secreto) una frescura absolutamente necesaria para cubrir de una hipotética ingenuidad toda su ironía.

Los Toreros Muertos han empezado una segunda vida con un arrojo similar al de antaño, con la mirada puesta no sólo en los escenarios españoles sino también en los de allende los mares. Sin ir más lejos, en el mes de abril cruzarán el charco hacia México, donde realizarán gira de varias fechas; hito importante en un país en el que han estado “vetados”, asegura Carbonell, durante 25 años.

FICHA TÉCNICA
Pablo Carbonell (voz), Guillermo Piccolini (teclado), Many Moure (bajo), Fernando Polaino (guitarra) y Antonio Iglesias (batería.) Sábado, 13 de febrero. Faktoria d’Arts.

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