Terrassa

“Amics de les Arts debe dar caña y cuestionar el poder establecido”

De joven, cuarenta años atrás, cuando Amics de els Arts no tenía ni sala de actos, Jordi Chueca formó parte de su grupo de teatro, con el que hizo el "Nyaca Show" y unos "Pastorets" transgresores. Tras un largo paréntesis, hace unos doce años (Chueca tiene ahora 57) volvió a la entidad y se hizo socio, aunque sin integrarse en ninguna vocalía. Hace dos años se incorporó a la junta directiva y, el día 25 relevó a Josep Casajuana en la presidencia.Chueca llega con ganas de futuro para la entidad y para una idea de la cultura pensada como "transmisión del conocimiento y del sabor y no solo un mero entretenimiento".

¿Cómo ha sido lo de convertirse en presidente de Amics de les Arts?
No me lo había planteado nunca. Pero hace un año que con Josep Casajuana estábamos buscando quién lo relevara, y hace dos meses dijimos que, si no lo encontrábamos, no íbamos a dejar la entidad huérfana. No me habría decidido de no contar con una junta que, con las incorporaciones de Xon Utset y Montse Martínez, está muy equilibrada y muy cohesionada. Al ser un relevo decidido en los últimos meses, no hay un programa claro como junta. Tengo claro lo que quiero hacer, pero he de hablarlo con todos los miembros.

En la carta que ha dirigido a los socios señala la ampliación de la masa social, y el acercamiento a los jóvenes, como dos prioridades.
La gente conoce el bar, pero no sabe lo que se hace en los pisos de arriba. A mí me ha pasado personalmente. Hemos de abrirnos a la ciudad y la sociedad en general, abrir las ventanas incluso literalmente. La gente desconoce que, bajando por la calle de Sant Pere, hay seis ventanas que son de Amics de les Arts, dos del comedor del antiguo hotel Peninsular y tres del antiguo Cercle Egarenc. Xon Utset planteaba poner flores en el balcón, para que se vea que hay vida. Las vocalías funcionan suficientemente bien con la gente que tiene, pero hemos de ser más gente.

La media de edad de los socios se sitúa alrededor de los 50 años. ¿Podría desaparecer, Amics de les Arts, de no producirse una renovación?
Sí, como sucedió con Epic, el Gran Casino o Casino del Comerç. Me gustaría dejar el camino encarrilado hacia un futuro que no lo haremos si no es con los jóvenes; de lo contrario, a medio plazo, la entidad tendrá dificultades para renovarse. Esto tampoco significa bajar el nivel de las actividades de la entidad. Hemos de preservar el equilibrio de la calidad artística con la voluntad de que Amics perviva en el tiempo.

En Terrassa desaparecieron entidades, pero también han nacido otras (Ateneu Terrassenc, Ateneu Candela), y algunas de sus actividades bien podrían ser de Amics.
Que aparezcan otras entidades me parece maravilloso. Lo que me sabe mal es que, por ejemplo, el Ateneu Terrassenc no esté en Amics, cuando podría ser una vocalía tranquilamente. Desconozco las circunstancias que hicieron que no lo fuera. Por otra parte, el intervencionismo público a veces ha hecho bien y otras mal.

¿A qué se refiere?
Al hecho de que tienes, por ejemplo, una sala de exposiciones, en la que intentas mantener un nivel alto, para lo que es una ciudad como Terrassa, y muy cerca hay salas que con fondos públicos ofrecen espacios gratuitos. ¿Cómo compites con esto? Quizá habríamos de sentarnos y hablar con otras entidades, de estos equilibrios. En Terrassa hay una oferta cultural muy amplia, para sus 250 mil habitantes, y quizá no lo podemos llenar todo. Para mí, hay un excesivo intervencionismo.

¿También con el jazz?
Amics ha promocionado el jazz. El Ayuntamiento, con los ciclos de "Jazz aprop", y las sesiones en las escuelas, ha hecho un trabajo plausible y muy bueno. Pero esto no tiene un retorno claro al mundo jazzístico. Después de la promoción del jazz que se hace, en las jam sessions de los jueves en la Cava, que son gratuitas, sin siquiera obligación de consumir, con músicos de calidad, y de las que se hace publicidad, somos cuarenta espectadores, a veces menos. La promoción del jazz en Terrassa no ha tenido el éxito que habríamos de esperar.

Por contra, las actividades de pensamiento, del Grup d’Opinió, sí están llevando a Amics un público joven, de entre 25 y 40 años.
Sí. Estos nuevos paradigmas de lo que es la entidad se han iniciado en el mandato de Josep Casajuana y de la mano especialmente de Jordi Fernández, que es el alma de Amics; sin él, se harían menos de la mitad de actividades. Fernández está abriendo nuevos caminos.

No sin cierta controversia.
Con el Grup d’Opinió podemos discutir si hemos de abrir ideológicamente más o no la entidad, pero que estos actos son necesarios, lo damos por descontado. Si una entidad como Amics no mete caña y no cuestiona el poder establecido, no tiene pervivencia, no tiene valor. Las entidades que van a remolque del poder establecido desaparecen. Amics de les Arts ha de ir en cabeza, y por eso deja la sala a los partidos emergentes y jóvenes, como las dejó en su momento a los de Reagrupament o al PSC cuando se fundó, cuando la Lourdes te daba una llave para que te escondieras en el piso de arriba. Esto se ha hecho siempre. Las circunstancia han cambiado, pero la entidad ha seguir haciéndolo.

¿Cómo abrirse más a la ciudad?
Tenemos, por ejemplo, salas cerradas muchas horas durante la semana. Quizás podrían venir grupos de teatro o de otro tipo a ensayar. Hoy me ha llamado una socia que se ofrece voluntaria para abrir Amics por las mañanas. Hemos tenido exposiciones de primera magnitud, en un ámbito local, que no pueden ser visitadas por las escuelas porque en su horario la sala está cerrada. Y quizá algún niño, dentro de treinta años, se acordará de que vino aquí, como yo me acuerdo de que cuando tenía 16 años Amics era un lugar donde podía venir a esconderme y a hablar de política o de todo aquello de lo que no me dejaban hablar en ningún otro sitio.

Las nuevas tecnologías también crean un contexto diferente para las entidades culturales.
No tenemos problemas económicos, pero no podemos afrontar gastos extraordinarios. Tenemos pendiente una nueva web, pero hemos de evaluar económicamente lo que significaría La actual se hizo hace ocho años, en el mandato de Adela Farré, y ha quedado obsoleta. Me gustaría que a través de ella se pudieran comprar entradas de todos los actos de la entidad, y incluso aobras de sus artistas. Es uno de nuestros retos.

Históricamente, muchas de las ideas nuevas, en muchos campos, en Terrassa han entrado por Amics de les Arts. ¿La entidad sigue siendo necesaria en este sentido?
Pienso que Amics pervivirá porque tiene un valor muy dificil de perder, que es todo lo que aparece a su alrededor, y por eso la renovación existirá tarde o temprano. El Institut del Teatre nació de gente de Amics. Todos los concejales de Cultura y muchos técnicos municipales, y la gente que programa teatro, vienen de Amics. La entidad es una fábrica de personas del mundo cultural de la ciudad, es innegable. ¿Cuesta tirar adelante? Ahora es un momento difícil, pero nos estamos aguantando como entidad pese a la crisis y que nos falta este posicionamiento con las nuevas tecnologías. Antiguamente la gente se creía esto del mecenazgo. La pequeña burguesía pagaba y no venía nunca (aún tenemos, de estos socios que no han venido nunca), y había industriales dispuestos a comprar a un pintor local, y ahora no.

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