"Mira, algo ha pasado en el Ayuntamiento", soltó una transeúnte a otra al llegar a la Placeta de la Font Trobada y ver el despliegue de emergencias: policías, bomberos, ambulancias, un cordón policial en el Raval de Montserrat. Un alboroto considerable. Pero no había pasado nada; al menos, nada grave, ni un incendio ni un desprendimiento de cornisa, ni un escape de gases. Aquello era un simulacro, una prueba para comprobar si los trabajadores están preparados para desalojar los edificios municipales en caso de que sí ocurra algo grave de verdad.
En la probatura de seguridad participaron más de trescientos trabajadores municipales, los que desarrollan sus ocupaciones en el edificio consistorial del Raval de Montserrat y en las oficinas de la Plaça Didó y el inmueble que une un edificio y otro.
Un minuto y medio
Los tres sitios fueron desalojados en un minuto y treinta segundos, tiempo considerado "muy positivo" por los organizadores de un simulacro concebido para poner en práctica la formación recibida en el plan de autoprotección de la sede central del Ayuntamiento. Ese plan dictamina qué hacer en caso de emergencia, de incendio, de amenaza de seguridad, de nube tóxica. Unos ochenta trabajadores, los que habían sido formados de manera específica, informaron al resto del personal y organizaron la evacuación o acompañaron a los "heridos" hasta que se personaron las dotaciones de energencias. La mayor parte de los trabajadores había recibido aprendizaje básico.
Hubo incluso atención sanitaria impostada, con fingidos heridos estirados en un banco. No había pasado nada, pero por si acaso.