Terrassa

Los tres supervivientes del doble crimen fueron detenidos por sus contradicciones

Las contradicciones en sus declaraciones, entre lo explicado por uno y por otro y por otro, y otras suspicacias, no menores, que se inferían de su relato, llevaron a los calabozos a los tres hombres que el lunes habían escapado del piso de Roc Blanc en el que otros dos murieron a balazos. Los tres supervivientes huyeron por una ventana. Saltaron a un patio. Eso contaron, y eso vieron unos vecinos. Pero los Mossos d’Esquadra y la Fiscalía dudan de sus versiones. Al menos, de buena parte. El martes fueron detenidos por su presunta implicación en el tiroteo.
El doble crimen fue cometido el lunes, poco antes de las seis de la tarde, en una vivienda de la calle de Nàpols, en un piso ocupado por georgianos que poco antes del verano pasado había sido objeto de una redada efectuada por el Cuerpo Nacional de Policía. El Àrea d’Investigació Criminal de la Regió Metropolitana Nord de los mossos trata de reconstruir milímetro a milímetro tanto lo acontecido en la vivienda como los pasos dados antes por las víctimas y por los huidos, los luego arrestados. Y esa reconstrucción se edifica sobre los cimientos de una hipótesis de móvil: el ajuste de cuentas.

En el piso, un primero cuya puerta de entrada ha sido precintada por la policía, vivía una familia georgiana desde hacía unos cinco años. Un matrimonio y una hija, de unos 7 años, según la vecindad. Gente normal, nada conflictiva. “Él trabajaba en la obra”, dice un vecino. Otro hombre visitaba a la familia a menudo.

La mujer y la hija se marcharon a Georgia a pasar las navidades con la familia, pero el padre se quedó aquí. Ayer, el automóvil Mercedes plateado que usaba habitualmente, según testigos, seguía estacionado a unos pocos metros del domicilio, a la vuelta de la esquina con la calle de Fiñana.

Lo que pasó el lunes está preñado de incógnitas que los investigadores intentan despejar. En principio, según las informaciones que trascendieron minutos después del tiroteo, cinco individuos estaban dentro del piso, comiendo, cuando otro, un sexto sujeto, llamó al timbre. Alguien le abrió, por lo que se supone que lo conocía. El visitante subió las escaleras, giró por el recodo oscuro que lleva a la vivienda, y entró. Y disparó su arma de fuego, y mató a tiros a dos hombres, uno de 31 años y otro de 46, y los otros tres escaparon a la desesperada por una ventana y saltaron a un patio interior. Hay unos dos metros de altura. Los patios de esa manzana de casas dan a un descampado, la frontera, de matorral y zarzas, con Can Trias, con Viladecavalls. Un descampado que los mossos examinaron.

Los tres huidos volvieron luego, según fuentes próximas al caso, y los mossos, que ya habían sido alertados por un vecino del estruendo en el piso, que ya habían encontrado los dos cadáveres luego de derribar la puerta, identificaron a los tres, por supuesto. Y los trasladaron a una comisaría para tomarles declaración, mientras la calle de Nàpols se llenaba de agentes y la policía científica revisaba palmo a palmo el escenario de un crimen que semejaba la secuencia inquietante de una película de Quentin Tarantino.

Para los investigadores, las piezas no encajaban. El asaltante, el sexto hombre, había escapado, y los controles policiales dispuestos no sirvieron para darle alcance.

Sin embargo, las preguntas no paraban de sucederse, atropelladas, en el magín de los investigadores. ¿Había, de verdad, un sexto hombre, que vino de fuera o quien empuñó la pistola lo hizo ya desde dentro, como colofón de una discusión airada? ¿El pistolero cerró la puerta al emprender la huida? ¿Cómo lograron escapar los tres que escaparon, sin ser alcanzados por la lluvia de disparos?

Pasaron las horas, y los largos interrogatorios a los tres supervivientes no hicieron sino acrecentar las sospechas que recaían sobre ellos. Y el martes fueron detenidos oficialmente por su “presunta implicación” en los hechos.

Uno de los arrestados habitaba la vivienda donde fue perpetrado el doble crimen, según las mismas fuentes, pero ni una víctima ni la otra residían en el piso, donde, por otro lado, al Ayuntamiento no le constaba nadie empadronado. Los muertos no eran vecinos de Terrassa. Las pesquisas en que se aplican los mossos tratarán de determinar de qué forma están involucrados los detenidos en los asesinatos, si lo están. Y, de entre las pruebas, sobresale la de la parafina, que revelará si existen restos de pólvora en los arrestados.

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