En noviembre de 1986 se publicó el primer número de la revista de historia de Terrassa Terme, y desde entonces no ha faltado nunca a su cita, siempre en los últimos meses del año, con los lectores interesados por el pasado de la ciudad. Basta con tenerla en las manos (tiene formato de libro) y hojearla para impresionarse por el hecho de que Terrassa produzca una publicación con el rigor y la cuidada factura de ésta, cuyo nivel académico “es reconocido a nivel internacional”, señaló Manel Márquez, presidente del Centre d’Estudis Històrics de Terrassa, que coedita Terme junto con el Arxiu Històric de Terrassa- Arxiu Comarcal del Vallès Occidental, en la presentación de su número de este año, el treinta. “Fruto de un esfuerzo titánico por parte de todas las personas que participan”, añadió Joan Soler, director del Arxiu, donde se celebró el acto, y codirector (con Montse Cuyàs) de Terme.
Cada año tiene la revista artículos para publicar, lo que demuestra “la vitalidad de la historiografía terrassense. Es algo que nos hace estar tranquilos: siempre tenemos material, de actualidad, y que responde a nuestra apuesta por la investigación rigurosa”.
Los beatles como apóstoles
Habían ganas de conocer el contenido del número, y Soler comenzó explicándolo por la singular portada, en la que aparecen “los Beatles como apóstoles visigóticos. Es toda una declaración de intenciones de cambio, de lucha y de apuesta radical por la labor que hacemos”.
La revista se abre con un artículo editorial “que puede parecer un poco contundente,pero que quiere recoger la situación en que estamos”, había dicho Márquez, y la parte abierta a trabajos de las instituciones patrimoniales. En esta ocasión, y junto a las memorias del año del Museu de Terrassa y la actividad arqueológica, presenta artículos sobre archivística y transparencia (Teresa Cardellach); las colecciones del Museu Tèxtil (Sílvia Carbonell); el archivo de Mina Pública d’Aigües de Terrassa, de la que Soler destaca “los planos del siglo XIX, de una calidad extraordinaria”, y los nombres ibéricos hallados en Terrassa (Antoni Jaquemot, del Institut d’Estudis Ibers).
Terme presenta además cuatro estudios que revelan aspectos poco conocidos de la historia terrassense. Y también personajes, como Ludwig von Wimpffen, un brigadier suizo que vivió en la calle de la Font Vella y que organizó la defensa de Terrassa en la primera ocupación napoleónica. Marc. J. Ferrer Pérez lo descubre en un estudio “muy bien hecho, muy detallado, un trabajo extraordinario. Hay que pensar que en 1809 murieron en Terrassa más personas que en 1713”.
Josep Puy publica un artículo sobre Miquel Palet i Martí (1908-1988), hijo de Domènec Palet i Barba y destacado representante del republicanismo local. La voluntad de conocer el pasado de Terrassa con rigor tuvo su primer intento en el Centre d’Estudis de la Fundació Soler i Palet (1961-1963), objeto de un estudio de Jan Brugueras.
En 2013, el Arxiu recibió el fondo de la compositora Rosa Puig. “De música, yo, poca cosa sabía. Como Lluís Paloma también es compositor, y con la cabeza muy bien amueblada, le dije que se lo mirara, y lo ha estudiado pieza por pieza”, explicó Soler. ¿El resultado? “No debe haber fondo musical en Catalunya tan bien trabajado y descrito como éste, por Lluís Paloma.”
De quienes formaron el primer consejo de redacción del Terme solo una persona sigue siendo miembro del mismo: Domènec Ferran. De ahí que este número treinta incluya una amplia entrevista con el director del Museu de Terrassa. “Casi que los Beatles aún tocaban fue cuando, con algunos de los presentes en esta sala, mucho entusiasmo y ganas de tirar adelante el Ceht, hicimos la primera revista”, recordó Ferran. De entonces, y también de ahora, subrayó la importancia de mantener en Terme la “pluralidad de las disciplinas que trabajan en los ámbitos del patrimonio y la historia”. Y el hecho de que “las nuevas generaciones de historiadores están aquí, en este número, con trabajos bien hechos”.
Recuerdo a Salvador Alavedra
Por primera vez en mucho tiempo, Terme incluye un dossier monográfico, dedicado a Sant Miquel d’Ègara. motivado por los trabajos del Institut Català d’Arqueologia Clàsica (Icac). El propio Ferran presentó los cinco artículos que lo componen. “Este edificio, después de todas las investigaciones y trabajos, lo tenemos estudiado en toda su originalidad.” Finalmente, Ferran hizo un punto y aparte de agradecimiento a Salvador Alavedra (1919-2015), “un referente de la cultura terrassense de la segunda mitad del siglo XX” y hombre generoso de quién hay unas palabras -‘jo vinc a aprendre’- que nos han quedado como lo que nos ha de mover y nos mueve a todos los que trabajamos con la historia”.