Veinte de los veintiún detenidos la semana pasada en una redada contra la explotación sexual han ingresado en prisión. Lo afirmó Xavier Cortés, subinspector jefe de la Unitat Central de Tràfic d’Éssers Humans de los Mossos d’Esquadra, durante su intervención en el debate sobre esclavitud sexual que tuvo lugar el jueves en la Biblioteca Central.
El operativo, que golpeó a una mafia nigeriana, se desarrolló el lunes 16 de noviembre en Terrassa (en un piso de la calle de Watt) y otras localidades, y el subinspector utilizó la redada como paradigma de las arduas investigaciones a redes de prostitución. Las indagaciones para desmontar estos entramados criminales duran entre un año y medio y tres años, y la unidad central no acostumbra realizar más de dos operativos anuales. Hay que sustanciar mucho los procedimientos para conseguir luego sentencias potentes y disuasorias.
Coacciones
En las organizaciones dedicadas a la explotación sexual las coacciones son más efectivas que las agresiones, que pueden dejar maltrecho lo que los mercaderes consideran "un producto". El 98 por ciento de las chicas que ejercen en la calle están controladas por redes de proxenetas, y también el 60 o el 70 por ciento de las que trabajan en clubes. La presión a las familias de las chicas en sus países es útil a las mafias, pero cada vez hay más víctimas dispuestas a testificar contra malhechores. Los mossos ya se han entrevistado con treinta de las cien mujeres controladas por la red nigeriana.
Cada día 1,5 millones de hombres pagan servicios sexuales en España, según destacó Dani Banegas, presidente de la plataforma convocante del acto, Esclavitud XXI. La vertiente de crimen organizado que ha crecido más en los últimos años en el mundo es la de la trata de personas para explotación sexual. El 90 por ciento de las prostitutas, dijo, "han sido víctimas de tráfico".