La puerta de uno de los pisos de la primera planta fue destrozada a mazazos por los Mossos d’Esquadra. Agentes de este cuerpo irrumpieron ayer en una vivienda de la calle de Watt, en Ca n’Aurell, durante una amplia redada contra la explotación sexual de mujeres nigerianas. El operativo se desarrolló en varias localidades de Catalunya y al cierre de esta edición los mossos habían detenido a veintiuna personas, si bien preveían el arresto de más de treinta por delitos de tráfico de seres humanos, explotación sexual, coacciones y amenazas. La cifra de víctimas ronda las cien.
A eso de las ocho de la mañana vecinos del bloque de pisos, ubicado en el número 32 de la calle de Watt, oyeron el estruendo, y los gritos. Y salieron al rellano. Unos mossos les conminaron a volver atrás, y meterse en sus domicilios. El tramo de la calle de Watt comprendido entre la de Arquímedes y la de Galileu, a pocos metros de la Rambla d’Ègara, había sido tomado por decenas de agentes. Lo mismo ocurrió al unísono en otras ciudades catalanas: Barcelona, Badalona, l’Hospitalet de Llobregat, Sant Boi, Mollet del Vallès, Barberà y Sabadell. La policía llevó a cabo veintidós registros, veintiuno en viviendas y uno en un local que hacía las veces de club de alterne.
Quince hombres y seis mujeres
La redada, al menos en Terrassa, duró unas dos horas. La investigación, tutelada por el juzgado de instrucción número 4 de l’Hospitalet, arrancó en mayo del 2014 y la emprendieron agentes de los mossos especializados en trata de seres humanos. Según fuentes policiales, grupos de jóvenes nigerianas eran forzadas a prostituirse, sobre todo en Les Rambles de Barcelona, por un grupo de proxenetas del mismo origen. De hecho, las veintiuna personas detenidas ayer son de Nigeria: quince hombres y seis mujeres.
El golpe de ayer es el tercero que la policía autonómica ejecuta desde noviembre del 2011 contra miembros de un grupo organizado de estricta jerarquía dedicado a la explotación sexual de mujeres captadas en Nigeria con el compromiso de un trabajo legal y remunerado y que, una vez aquí, se encuentran con la cruel realidad de la prostitución forzosa. En casos similares las chicas, a menudo impelidas a vender su cuerpo tras penosas travesías por el continente africano, eran dominadas por los explotadores mediante ritos de vudú y con amenazas a sus familias.