La plaza del Rector Homs, situada en el Antic Poble de Sant Pere, es uno de los lugares más visitados de la ciudad al ser la antesala de la Seu d’Ègara. Las iglesias de Sant Pere, Santa Maria y Sant Miquel han atraído a fieles y visitantes a lo largo de varios siglos pero ahora no son las únicas atracciones del espacio. Desde hace unos días, la casa que se encuentra en la esquina de la plaza con la calle Major de Sant Pere centra la mirada de muchos transeúntes. Unas tijeras encastadas en el mortero de la pared se han convertido en el nuevo atractivo del barrio. Joan Pujol y Víctor Librán, dos pequeños vecinos de la zona, se han encargado de mostrarlas a familiares, amigos y conocidos, y han conseguido que no haya día en que alguien no se pare ante el muro para buscarlas.
Tanto Joan como Víctor, de siete años, son alumnos de segundo de Primaria en el Col·legi de Santa Teresa de Jesús (calle Major de Sant Pere, 19) y su recorrido para ir y volver de la escuela pasa por la plaza del Rector Homs. Los niños se fijaron en las tijeras a finales del curso anterior y desde entonces las han ido mostrando a sus compañeros y vecinos. Las tijeras están situadas a unos cinco metros del suelo y su metal oxidado hace que tengan un color marronoso dificil de distinguir del color de las piedras del muro. “Aunque sepas donde están, es difícil encontrarlas”, asegura Begoña Parrado, madre de Víctor, que explica que las tijeras han dado lugar a un juego similar al de “¿Dónde está Wally?”.
Una pared del siglo XIX
Desde la plaza tan sólo se ven los ojos de las tijeras, mientras que la punta queda escondida en la pared. Por eso, aunque parecen de cocina, no se puede saber con certeza de qué tipo de tijeras se trata. Los niños creen que cuando se construyó el muro, cayeron en el mortero y no las pudieron sacar de allí. Y su teoría podría ser cierta. Desde el Museu de Terrassa, que se encarga de la gestión de la Seu d’Ègara, han comprovado que las tijeras forman parte de la obra original de la casa del número 5 de la calle Major de Sant Pere, un edificio que fue construido en el siglo XIX. Domènec Ferran, director del Museu de Terrassa, explica que en aquella época a veces se ponían objetos en el mortero para dar más consistencia a los muros o que cuando se les caía uno no lo quitaban por esa misma razón.
Las tijeras, pues, están allí desde hace más de cien años, pero las hederas que había hasta hace poco en la pared y la similitud del color del muro y de las tijeras han provocado que pasaran desapercibidas durante mucho tiempo. Además, hasta los años cuarenta del siglo XX, en el muro medianero de la casa había otra construcción adosada que se derrocó en ampliar la plaza. Ahora, sin embargo, las tijeras han logrado un protagonismo que no habían tenido nunca.
El edificio y su entorno
La pared donde están ubicadas consitituye el muro sur de la edificación del número 5 de la calle Major de Sant Pere, un imueble de dos casales que fue erigido en el siglo XIX. Se trata de una casa que es ahora de propiedad municipal. Consta de dos pisos y su interior está muy deteriorado. Las barandillas de los balcones de la fachada están oxidadas y la madera y los cristales de las ventanas están en mal estado, dando una imagen distinta a la de su entorno, que se ha ido reformando en los últimos años.
El conjunto monumental de las Esglésies de Sant Pere estrenó su remodelación en octube de 2009 y dos meses después empezaron las obras de urbanización del barrio, que se alargaron dos años y medio. En marzo de 2012 acabó la reforma de siete calles y dos plazas. En la del Rector Homs se extrajeron los adoquines naturales, deteriorados con el paso del tiempo, y se recolocaron de nuevo. Las calles Major de Sant Pere, de Bonaventura Castellet, de Rigol i Fornaguera y de la Rectoria se reurbanizaron y la Plaça de la Font del Comú se rehabilitó con el objetivo de revitalizar uno de los núcleos históricos de la ciudad y mejorar su conexión con el resto de la ciudad. A principios del año pasado, el barrio se convirtió en una isla peatonal.