Un payaso en blanco y negro se ha colado en la programación de circo del Centre Cultural Terrassa. No es un payaso usual. Tiene nariz, sí, tiene grandes zapatones, sí, nos hace reír, sí, pero ahí se acaban las similitudes con lo que el público en general entiende por un payaso convencional.
Para empezar, Carlos Calostro Meconio utiliza el blanco y el negro en su maquillaje, nariz y vestimenta; su nariz es negra y la única nota de color en su atuendo es una colorida corbata. Canta tangos. Habla por los codos. Dice tacos. Habla de política, y mucho, aprovecha su monólogo para reivindicar, para denunciar, y no es un payaso pensado para agradar a los niños, sino para seducir a los mayores.
Carlos Calostro sale de su residencia Peras al Olmo para ponernos delante de un payaso de 84 años que, pese a sus achaques y su alzheimer, está lleno de vitalidad. Un personaje que rompe los estreotipos de las personas mayores y que reclama una mayor atención, a la vez que denuncia su situación en una residencia para la tercera edad en la que hace un año que no paga. Por tanto, hace un año que no come (aunque se las arregla para “robar” comida.) Semejante precariedad nos pone delante de un payaso pobre, que no tiene a nadie más que a sus achaques, que recuerda apenas unas cuantas cosas, y que sin embargo tiene plena consciencia del mundo en el que vivimos, de sus defectos y carencias.
Nació en 1927 y, dice, ni un sólo día de su vida ha dejado de haber una guerra en el mundo. Una gran pantalla le sirve para proyectar la lista de guerras que se han desarrollado desde su nacimiento, algunas de las cuales aún están activas. También le sirve para proyectar un firmamento y simular que cada estrella es alguien al que hemos perdido, y que nos observa.
Lo cierto es que, en cada escena y en cada peldaño de su frenético monólogo, el público se da un baño de realidad: Walter Velázquez nos pone delante de un mundo no demasiado agradable, con una tercera edad no demasiado respaldada, pero quitándole hierro al asunto con sentido del humor.
Show interactivo
Su espectáculo es, casi todo el rato, muy interactivo, pero lo es especialmente en su segunda parte. Cuando reparte tacos de queso y más tarde vasos de vino, es cuando más se acerca a su público. Pero también interroga a las parejas de casados para hacer preguntas tan sencillas como “hace cuántos años que están juntos”, y como seguramente ha previsto, obtener respuestas inconexas (las que más se acuerdan son ellas.) Se encuentra con un matrimonio casado hace 45 años, que pasó seis de novios… Casi toda una vida de convivencia.
Entendemos por fin que, lo que seguramente ha venido a hacer este payaso a Terrassa, es a despertar conciencias. Y además ha aprovechado para visitar cuatro residencias de la tercera edad de nuestra ciudad, en las que ha compartido largas veladas con sus residentes, recogiendo seguramente nuevas ideas para su espectáculo (el actor ofreció una muestra de sus visitas a través de fotos y vídeos en la pantalla del escenario)… Se nota que su propuesta va adaptándose a los lugares (hizo por ejemplo varias referencias a la independencia y a las elecciones), y que va alimentándose de todo aquello que aprende del rico mundo de la gente mayor.
LA FICHA
Walter Velázquez (en el personaje de Carlos Calostro Meconio). Centre Cultural Terrassa. Domingo, 2 de noviembre.