Las autoescuelas estamos en una situación límite”. Estas palabras de Antoni Tersa, presidente de la Associació de Centres de Formació Viària de la Mancomunitat Sabadell-Terrassa, resumen la situación en la que se encuentran estos centros. Una situación que se remonta a 2012, cuando se jubilaron numerosos examinadores que la DGT no había previsto como cubrir y aún no lo ha hecho. “Este año solo se han enviado tres examinadores para toda Barcelona”, indica Tersa. Desde entonces el desajuste entre las solicitudes de los alumnos que quieren examinarse y la capacidad real que tiene la DGT para hacerlo no hace más que crecer.
Un hecho al que ha contribuido la huelga de examinadores que empezó a mediados de septiembre -y que fue descombocada ayer-, que ha provocado que las bolsas de alumnos que esperan para subir a examen crezcan cada vez más. “Si ya íbamos mal, con esto se ha retrasado todo aún más”, remarca Antoni Tersa. Si antes los alumnos ya tenían que esperar unas cuatro semanas de media, ahora no saben hasta el día de la prueba si se examinan o no. Tras pagar la tasa de tráfico de 90,30 euros pedir fiesta en el trabajo o en la universidad para poder presentarse al examen, se pueden encontrar con que no pueden ir a examinarse. Además han tenido que esperar mucho tiempo para conseguirlo y los nervios no se los quita nadie. “Esto provoca grandes enfados entre los estudiantes. Y es normal”, explica Tersa. Y añade: “Además, si suspenden, no les puedes decir cuando podrán volver a subir”.
Los grandes perjudicados
Todos estos retrasos conllevan que alumnos, ya preparados, tengan que esperar hasta un mes para ser examinados. Un tiempo durante el cual dejan de hacer practicas, pues “todo el mundo intenta hacer el menor número de clases posible”, remarca el presidente de la Associació de Centres de Formació Viària. Eso hace que los coches estén parados y los profesores sin dar clases. “Una empresa no puede soportar este funcionamiento, porque los alumnos dejan de hacer prácticas hasta que conocen la fecha de examen. En esos momentos reprenden las sesiones. Pero igualmente no les podemos asegurar que el día que les han indicado sea el día en el que vayan a hacer el examen”, insiste Tersa.
A ello se le añade el problema de la gestión de la enseñanza, pues conocer las fechas de examen es esencial para programar las clases según los profesores. Tras los problemas que se encontraron hace tres años, las propias autoescuelas empezaron a autorregularse, limitando el número de alumnos que presentaban cada una en función de los examinadores disponibles. Algo con lo que la situación de huelga que se mantuvo hasta ayer también terminó.
“Para empezar a arreglar la situación ya nos parecería bien que desde la administración limitaran el número de alumnos a tres por profesor. Cada autoescuela buscaría los tres con más posibilidades y los haría ir a examen. Pero al menos todas tendrían la oportunidad de hacer subir a sus estudiantes”. Y es que ahora la manera de examinar de la DGT es comenzar con una autoescuela, examinar a todos los alumnos que ésta ha apuntado y hasta que no termina no empieza con la siguiente. Algo que provoca que muchas se queden sin poder subir a sus alumnos, especialmente en los momentos de más demanda. “Antes de las vacaciones de verano, las de Navidad y las de Semana Santa son los picos en los que más gente quiere sacarse el carné. Entre otras cosas porque sino se para la enseñanza y tienen que volver a reemprenderla semanas después”, indica Antoni .
Varias son las exigencias que llevaron a los examinadores de la DGT a hacer huelga, pero la más importante es la que hace referencia, según afirman, a su seguridad. Y es que hace unos años la normativa cambió y eran ellos los que debían informar de los resultados del examen práctico al alumno nada más finalizar, explicándoles también los motivos del aprobado o el suspenso. Eso hizo disparar los ataques hacia este grupo de profesionales. De hecho, las denuncias por lesiones se dispararon a partir de 2013, cuando cambió el sistema de comunicación (antes el examinador lo comunicaba al profesor y éste al alumno una vez fuera del coche).
Tres puntos
Su plan de reivindicaciones tenía otros tres puntos. Así, reclamaban un reconocimiento laboral, reducir el número de alumnos examinados diarios y una garantía de que no se privatizaría el sistema.
El presidente de la Associació de Centres de Formació Viària de la Mancomunitat Sabadell-Terrassa, Antoni Tersa, se muestra comprensivo con los motivos de los examinadores y afirma que la responsabilidad principal es de la DGT. Por eso hoy a la una del mediodía se ha convocado una protesta ante la Prefactura de Tráfico de Sabadell en la que se entregará un manifiesto y se reclamará a la DGT que “se ponga las pilas”, afirma Tersa.