El arma arrojadiza, o golpeadora, no la llevan encima. Encima llevan, como mucho, un gancho metálico o un destornillador para introducirlo en el agujero y sacar de su sitio tapas de registro, de hierro colado, instaladas en la acera junto a farolas o semáforos. Y esa tapa, extraída a pocos metros del objetivo, sí es el arma a utilizar; con ella destrozan los vidrios del bar, abren en la luna un boquete y por allí entran en el local, prestos, sobre todo, a reventar las máquinas tragaperras.
La unidad de investigación de los Mossos d’Esquadra de Terrassa lleva a cabo las pesquisas para identificar y detener a estos delincuentes con una "firma" tan especial. Se sospecha que los mismos tipos pueden ser los autores de, al menos, tres robos con fuerza en bares perpetrados en dos semanas con idéntico modus operandi. El último de que se tiene noticia, en el paseo de Les Lletres, a pocos metros de la Biblioteca Central.
Hace una semana, el sábado pasado, a eso de las cinco de la madrugada, unos vecinos de esa zona del Centre oyeron el estrépito, como de cristales, que desgarró la noche, pero creyeron que el causante era el camión de recogida de vidrio, que volcaba las tripas de un contenedor. Pero algunas personas que caminaban por el paseo de Les Lletres, de camino a casa tras salir de marcha, observaron los vestigios del asalto, el agujero abierto en la luna, junto a la puerta del bar Racó del Cava, el suelo alfombrado de cristales trizados. Una mujer hizo una foto y se la envió a una amiga, trabajadora del bar.
Llegaron unidades de los Mossos d’Esquadra, y el dueño del establecimiento. Cómo no, la máquina tragaperras había sido violentada, seguramente con la misma pieza férrea que los ladrones habían usado para destrozar la luna y abrirse hueco de entrada. Allí estaba la tapa de registro, y había una maceta interior tumbada, y sillas tiradas. Y restos de sangre, gotas, porque los delincuentes se habían herido. La policía científica revisó con detalle el bar y sus inmediaciones. En principio, los responsables del establecimiento no echaron en falta nada más que la recaudación de la tragaperras, una máquina nueva, instalada hacía un par de semanas. Se desconoce cuánto dinero contenía, quizás cientos de euros.
Más tragaperras
Tres días antes, el miércoles 7 de octubre, unos malhechores habían asaltado otro bar en el paseo del Vint-i-dos de Juliol. Los dueños vieron los efectos del robo a las siete de la mañana, cuando se disponían a abrir el local. Una ventana lateral estaba manipulada. Los delincuentes levantaron la persiana, haciendo palanca con una herramienta, colocaron cartones para sujetarla y rompieron un vidrio horizontal, y por allí penetraron en el bar. ¿Con qué hicieron trizas el vidrio? Con una tapa de hierro que sacaron de su lugar a pocos metros del establecimiento. Escaparon con la recaudación de dos tragaperras que reventaron, y con unos trescientos euros que tomaron de un bote, y con tres botellas de licor.
Se escabulleron, como se habían escabullido los autores (quizás, casi seguro, los mismos) del asalto a otro bar, el popular Antico, en el Centre, allanado el lunes 28 de septiembre. Los cacos alzaron una persiana de una ventana y atacaron luego el vidrio con una tapa de hierro, claro. La extrajeron de la acera, a unos cinco metros del local, en la esquina de la calle de Vinyals con la plaza de Anselm Clavé. Y con el mismo instrumento hicieron añicos los frontales de dos tragaperras. El bar fue el primero de una serie de escenarios de robo con una "firma" singular, de hierro colado.