La Plaça Vella y las calles de l’Església, Mosteroll, Cantarer y de Baix. Por este "rovell de l’ou" del centro terrassense pueden montarse auténticas expediciones en las que, a razón de las datos y comentarios sobre su historia, sus elementos, sus edificios, las personas que en ellos vivieron, este paisaje tan habitual nuestro que casi ni vemos, se nos transmuta, durante el tiempo de la ruta, en una ciudad diferente, cambiada, de un exotismo que se hace visible de repente. Lo demostró el itinerario "Històries del Centre", primero de una serie que el Museu de Terrassa estrenó el sábado por la mañana, como celebración de las Jornades Europees del Patrimoni a Catalunya. Mia Pérez guió a una treintena de personas por este pequeño corazón de Terrassa, ilustrando sus explicaciones con fotografías antiguas y, como en toda expedición que se precie, sorteando alguna dificultad que otra, en este caso los decibelios de un concierto de rock cristiano en la Plaça Vella.
La ruta comenzó ante los números 1 y 2 de la Plaça Vella, el estanco y la farmacia. Ambos edificios son de 1865, y ya entonces tenía los número 1 y 2, pero de la calle Cremat, que ahí empezaba. La calle Major era muy estrecha y la Plaça Vella, más pequeña y con casas ante la iglesia. No fue hasta 1891 que se derruyeron las Casas del Castell-Palau (motivo de una gran fiesta), y en el lugar Lluís Muncunill construyó cinco barracas de madera, para comercios. Durante hasta 1926, y en ellas se originó la tienda Barraques, trasladada varias veces, ahora en la calle de Mosterol.
La pubilla Maria de Rovira heredó, en 1701, el número 1 de la Font Vella, y se casó con Miquel de Ramon, pariente lejano de barón de Corbera. Un descendiente del matrimonio heredaría el título, y por eso la casa fue conocida como la del Baró de Corbera. Comenzó a alojar comercios a finales del XIX, entre ellos la tienda de chocolates de Cal Piera. En la plaza, ante el Sant Esperit, hubo una parada de galeras para Barcelona. "Eran como el carro del oeste pero sin lona. No tenían horario. Cuando se llenaban, partían. Tardaban siete horas."
En la calle de l’Església está una de las tiendas más antiguas de Catalunya (125 años) llevada por la misma familia (en la cuarta generación): La Casa de les Boines. Y estuvo la fábrica de toallas en rus Cal Escursell, la farmacia Amat. Y en el número 22 pervive la Casa Castilla, fundada en 1790, donde a principios del siglo XX vivía Joan Castella, guarniciero y sometent, que falleció en el célebre atraco de 1923 a Caixa Terrassa, cuyo edificio ocupa el siguiente número
En la fachada de la casa que hace esquina entre las calles de la Rutlla y del Vall, vimos "la piedra esculpida más antigua de que se tiene constancia en Terrassa", con un león rampante. De 1568. En la calle Moslerol hubo la fábrica de pastas de sopas de Francesc Abad y la tocinería Cal Fabra, Y de regreso a la Plaça Vella, la historia del edificio del Mesón de los Arcos.