Terrassa

El drama de la ocupación incívica 

El fenómeno de la ocupación de viviendas ha evolucionado con el avance de la crisis en dos fenómenos paralelos que el léxico político ya etiqueta distinguiendo entre “ocupación de buena fe” y “ocupación incívica”. Mientras la primera responde a la necesidad de personas que han perdido su empleo y hogar, recurriendo a una ocupación de buena convivencia, la segunda convierte en un infierno la vida de los vecinos afectados y en un negocio infame la búsqueda de un piso vacío.
Es el caso de los cinco vecinos del número 212 de la calle de Historiador Cardús, cuya experiencia constituye todo un paradigma de la ocupación incívica en la ciudad. En solo 5 meses, el inmueble ha pasado de ser un hogar de estreno para familias de clase trabajadora a convertirse en un escenario de peleas, agresiones, trapicheos, amenazas y fugas de gas.

El problema empezó el pasado abril, a la vuelta de Semana Santa. “Regresamos de vacaciones el lunes de Pascua y al llegar vimos ocupados los pisos que quedaban vacíos. Ingenuos dijimos ¡mira qué bien, ya los ha alquilado el BBVA!”.
Lo explica Sandra Rodríguez, presidenta de la escalera. Como ella, los otros cuatro vecinos comprobaron en pocos minutos que el inmueble había sido objeto de la ocupación en bloque de 7 de los 12 pisos, justo los que permanecían vacíos después de que el BBVA embargara el edificio a la constructora y buscara sin éxito alquileres estables.
Las del bloque 212 son ocupaciones de manual: luz, gas y agua “pinchados”, una realidad que los vecinos encajarían “sin problemas si los ocupantes mantuvieran un comportamiento cívico”.

Un problema tras otro
Los afectados aseguran que desde abril la escalera se ha convertido “en un infierno. Peleas, insultos, agresiones, portazos, amenazas, contadores reventados, suciedad en los espacios comunes. La mujer de la limpieza no ha querido volver”, explica Sandra.

El nivel de conflictividad en la comunidad es tal que la Policía Municipal y los Mossos d’Esquadra acuden varias veces por semana para tomar nota de nuevas tropelías y calmar los ánimos. Hace dos un joven se coló en un segundo trepando por la fachada y, tras reventar la persiana y la puerta de seguridad, fue detenido por una orden de extradición pendiente.

Las patadas y los escupitajos en las puertas están a la orden del día, así como los comportamientos de riesgo y las amenazas. El 15 de julio saltó la alarma por un escape de gas provocado por la manipulación de un contador. “Me llamaron los bomberos al trabajo y al llegar, el ocupa que había provocado el problema me recibió con insultos y amenazas”.

Los vecinos convocaron en mayo una reunión con los recién llegados “para pactar unas mínimas normas de convivencia -explica Sandra-. Dijeron que lo entendían, pero el día siguiente estábamos igual”. El Ayuntamiento ha mediado en varias ocasiones “y vuelta a lo mismo. Un día bien y al siguiente de nuevo a las andadas”.

Los vecinos del número 212 de Historiador Cardús aseguran que, en apenas seis meses, su entorno ha pasado de ser un entorno agradable a un nido de conflictos e inseguridad. “Hemos tenido que poner alarmas en los pisos para evitar ocupaciones cuando estamos trabajando o de vacaciones. En el mío lointentaron un día y, al ver que estaba amueblado y ocupado, robaron lo que pudieron y se marcharon”.

Después de ese incidente la presión no ha cesado. Sobre las alfombrillas de la puerta, pipas dispuestas de manera estratégica prueban el acecho de los ocupantes a la espera de que la inmovilidad de las semillas delate la ausencia de ocupantes.

La comunidad no ha parado de movilizarse para poner fin al problema, consciente de que el suyo no es un caso aislado. “Sabemos que muchas comunidades viven este infierno”. Después de innumerables denuncias y gestiones, el martes se celebró una reunión a tres bandas en la que participaron los vecinos, representantes del BBVA de Barcelona y Madrid, y la concejal de Vivienda, Lluïsa Melgares, “El banco nos ha dicho que no negocia con ocupas. Todos los casos están denunciados y esperan agilizar los desahucios para poner de nuevo los pisos en alquiler, aunque tendrán que rehabilitarlos porque los que se van empiezan a destrozarlos”.

Intentos fallidos
La concejalía de Vivienda, Policía Municipal, Servicios Sociales y el equipo de mediación comunitaria del Ayuntamiento conocen al detalle el problema de la finca de Historiador Cardús, que ha generado más de cincuenta actuaciones preventivas y paliativas por parte del Ayuntamiento de Terrassa. “Es un caso extremo por el nivel de ruptura de la convivencia hasta el punto de generar miedo a los vecinos, algo que no se puede permitir”. Lluïsa Melgares, concejal de Vivienda, afirma que las ocupaciones incívicas son un 10 por ciento del total, pero comportan un nivel de conflictividad muy superior. La política explica que los equipos de mediación comunitaria están volcados en estos casos para reconducir la situación, pactando pautas de convivencia que “en muchos casos se acaban cumpliendo, pero en otros no”. Melgares recuerda que el origen de las ocupaciones incívicas está en la propiedad, en la mayoría d e los casos las entidades financieras. “Se desentienden de ellos y, o acaban deteriorándose, o en una ocupación. Y cuando éstas son de mala fe se convierten en un riesgo para la sociedad que no podemos permitir”.

To Top