Terrassa

La Fira del Dibuix se reactiva

Ha pasado muchísima gente”, afirmaba a última hora del domingo el presidente de Amics de les Arts i Joventuts Musicals, Josep Casajuana. Y es que la 37a edición de la Fira del Dibuix, organizada por la entidad, contó el domingo con un alto nivel de afluencia. El mal tiempo que obligó a posponer la feria el año pasado no hizo acto de presencia en esta ocasión y permitió que los amantes del dibujo y la pintura se acercaran a la Plaça Vella. A las doce del mediodía, una hora después de su inicio, numerosas familias, parejas y grupos de amigos llenaban la plaza para curiosear las obras de sesenta artistas, una cifra que creció respecto al año pasado gracias a la reducción de la cuota de inscripción. Mientras que en la edición anterior, los treinta y ocho participantes pagaron cincuenta euros en caso de ser socios de la entidad organizadora y ochenta euros los no socios; este año, las cifras se redujeron a veinticinco y treinta y cinco euros, respectivamente, gracias a un acuerdo con el Ayuntamiento de Terrassa para sufragar los costes logísticos. Casajuana explicó que tomaron esta decisión ya que “el precio de inscripción en un momento en el que el mercado del arte estaba muy parado podía frenar a algunos artistas”.

La rebaja de la cuota animó a dibujantes como Alfons Palomares a participar por primera vez en la muestra. “La he visitado cada año desde que resido en Terrassa y ahora he decidido participar. El precio de inscripción de esta edición es bastante asequible y creo que este es uno de los motivos por los que hay más participación”, opinó Paredes. Flora Larrigaudière, que también participaba por primera vez en la feria con sus grabados, afirmó que si hubiera tenido que pagar ochenta euros, a lo mejor no hubiera venido.

Técnicas y soportes
En la muestra, que se prolongó hasta las nueve de la noche, podían adquirirse únicamente obras originales realizadas sobre papel, cartón, tela, madera o similar, que utilizaran las técnicas del lápiz, carbón, tinta, acuarela, óleo, acrílico o grabado. Cada artista, además de Oncolliga y Cáritas, disponía de una mesa donde colocar sus dibujos y pinturas: desde pequeños puntos de libro hasta cuadros de gran formato. Como novedad, los participantes podían vender este año dibujos enmarcados. Paredes utilizó esta opción ya que “una obra presentada en moldura o sin ella cambia mucho”.

Pepa Besson, artista de Olesa de Montserrat que asistía a la muestra por séptimo año, explicó que es una “feria muy cálida y que atrae a mucha gente, sobre todo por la mañana”. Sin embargo, a última hora de la tarde, cuando las paradas empezaban a desmontarse, aún había mucha gente en la Plaça Vella. Desde la organización hacían una valoración “muy positiva”. Casajuana explicaba que los artistas afirmaban que no había ido mal y que la afluencia de público había sido muy alta, sobretodo de las once y medía a las dos. El presidente de Amics de les Arts i Joventuts Musicals destacaba el incremento de participantes, de cuarenta a sesenta dibujantes.

Los artistas también hacían un buen balance de la asistencia. Rosamary Cortázar, una de las más asiduas, afirmaba que había habido “una superafluencia de público” y Josep Aliart, otro de los tradicionales de la feria, aseguraba que había más gente que en la edición anterior. Miquel Páez, de Manresa, valoraba el buen ambiente de los compañeros y la “buena organización por parte de Amics de les Arts i Joventuts de Terrassa”.

Contrariamente, el nivel de ventas no era satisfactorio para todos. Páez creía que había “mejorado un poco respecto a otros años” y Aliart hacía una buena valoración. No obstante, otros artistas lamentaban haber hecho poco negocio. “Por gente no nos quejamos, por ventas, es otra cosa”, comentaba alguno.

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