La Fira del Dibuix organizada por Amics de les Arts i Joventuts Musicals contó con un alto nivel de afluencia. A las doce del mediodía, una hora después de su inicio, numerosas familias, parejas y grupos de amigos llenaban la Plaça Vella para curiosear las obras de sesenta artistas, una cifra que ha crecido respecto al año pasado gracias a la reducción de la cuota de inscripción. Mientras que en la edición anterior, los treinta y ocho participantes pagaron cincuenta euros en caso de ser socios de la entidad organizadora y ochenta euros los no socios; este año, las cifras se han reducido a veinticinco y treinta y cinco euros, respectivamente, gracias a un acuerdo con el Ayuntamiento de Terrassa para sufragar los costes logísticos. Esto ha animado a dibujantes como Alfons Palomares a participar por primera vez en la muestra. “La he visitado cada año desde que resido en Terrassa y ahora he decidido participar. El precio de inscripción de esta edición es bastante asequible y creo que este es uno de los motivos por los que hay más participación”, opina Paredes.
Flora Larrigaudière, que también participa por primera vez en la feria, afirma que si hubiera tenido que pagar ochenta euros, a lo mejor no hubiera venido. Por otro lado, la artista considera “que es una buena forma de mostrar lo que haces” y que durante las primeras horas ha habido “mucha gente que se pasea y pregunta”. Pepa Besson, otra de las dibujantes, que asiste por séptimo año, sostiene que es una “feria muy cálida y que atrae a mucha gente, sobre todo por la mañana”.
En la muestra, que se prolongó hasta las nueve de la noche, pudieron adquirirse únicamente obras originales “realizadas sobre papel, cartón, tela, madera o similar, con una técnica que pueda encuadrarse dentro de estas disciplinas: lápiz, carbón, tinta, acuarela, óleo, acrílico o grabado”, como dictan los requisitos de participación.