Simulaba solvencia, compraba y no pagaba. Fue lo suyo un timo del nazareno de manual, aun de manual mejorado dado el envoltorio legal cuasi perfecto con que el acusado revistió su procedimiento para el engaño. Para una estafa consistente en conseguir material de 24 empresas habiendo generado antes una relación de confianza y una apariencia de solidez económica con los responsables de esas industrias. No pagaba todo el género, y no era éste mercancía menor: el procesado almacenó decenas de aparatos de aire acondicionado, cables, tubos, hornos, encimeras, lavadoras, secadoras, neveras, televisores de plasma, grabadores de DVD, videoporteros, compresores, calderas, relojes. Ha sido condenado, tras declararse culpable, a dos años y seis meses de prisión, a 720 euros de multa y a devolver a las víctimas casi cuatrocientos mil euros. En concreto, 383.916,76 euros.
En el grupo de empresas estafadas hay sociedades del Vallès Occidental, de Terrassa, de Sant Cugat del Vallès. También de la ciudad de Barcelona, y de Madrid, y de Berriz (Vizcaya). S. Q. D., el acusado y condenado en sentencia firme, no actuó solo, pero el proceso judicial que acabó con el sujeto en el banquillo fue sólo contra él.
Dice la sentencia, de la Audiencia Provincial, que el estafador se convirtió en apoderado de una empresa, con sede en la avenida Diagonal de Barcelona, en marzo del 2005. Como administrador figuraba otra persona que falleció en el 2010. Relata el tribunal que la sociedad fue creada, por una persona distinta al acusado, "con la finalidad de generar una apariencia de legalidad y licitud que diera confianza suficiente a las empresas a las que se pretendía defraudar". Tenía una cuenta abierta en una entidad bancaria "donde los perjudicados debían dirigir los cobros".
El procesado concertaba los acuerdos comerciales y entre marzo y agosto del 2005 contactó con varias industrias para ejecutar el timo. El método desgranado por la resolución judicial fue el siguiente: el inculpado creaba confianza y hacía múltiples encargos, seguidos, "generalmente dentro del vencimiento del primer pago". Así, la empresa defraudadora obtenía toda la mercancía de las víctimas "antes de que éstas se percataran de los impagos de cada uno de los vencimientos".
Los abonos de las cantidades se diferían entre un periodo que oscilaba entre los treinta y los noventa días. Muchos de los artículos iban a parar a dos naves con cuyos responsables el timador tenía concertado el almacenamiento, según manifiesta el tribunal.
Maniobras
A una empresa estafó 32.181 euros con la compra no abonada de veinticinco aparatos de aire acondicionado, cables, tubos flexibles y otros productos. Defraudó a otra en forma de ocho hornos multifunción y ocho encimeras de gas, entre otros efectos. Casi 27.000 euros. A una tercera, veinte televisores, y lavadoras y frigoríficos. Se hizo con congeladores de otra sociedad, y con 44 aparatos de aire de otra, y continuó sus maniobras defraudatorias con una decena de teles, estafando así a toda una multinacional japonesa.
Incluso una empresa de alquiler de vehículos fue engañada por el acusado, al que hizo entrega de cuatro automóviles de la marca Audi. Precisamente estaba en posesión de uno de los coches cuando fue detenido por la policía.
El castigo pudo ser peor para el encausado. El Ministerio Fiscal pidió en sus conclusiones provisionales seis años de prisión, pero el día del juicio modificó a la baja su petición de pena. Solicitó dos años y medio, y el procesado se avino. El tribunal de la sección octava de la Audiencia Provincial le ha impuesto esa pena por un delito continuado de estafa, teniendo en cuenta la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas.