El 1 de enero de 2017 Terrassa debe tener resuelto y en aplicación su nuevo modelo de gestión del agua. Los trabajos previos a la liquidación de la actual concesión llevan muchos meses en marcha, pero el proceso político y social no ha hecho más que empezar y el calendario electoral parece haberse aliado contra él.
A la vuelta de vacaciones los grupos municipales deben consensuar el nombre del comisionado que liderará el proceso participativo y deliberativo. Al técnico le corresponde recopilar la información necesaria para valorar los tres escenarios de futuro (minicipalización, privatización o gestión mixta) y preparar la consulta ciudadana anunciada por el alcalde Jordi Ballart, que debía celebrarse el 9-N aunque podría aplazarse a principios de 2015.
Las elecciones autonómicas del 27S y las generales de diciembre no hacen más que complicar el calendario del agua en Terrassa, que requiere de un proceso pausado y maduro de reflexión, dada la complejidad del tema. Ya está claro que tras la votación popular apenas quedarán unos meses para el final de la concesión.
Tomada la decisión, preparar el nuevo escenario también requiere tiempo. Si se opta por la municipalización del servicio, el Ayuntamiento deberá crear la infraestructura necesaria para asumir la gestión; y si se apuesta por el modelo mixto, el concurso público comporta meses de tramitación, o años si el proceso acaba en los tribunales.
A la vista la densidad y complejidad del trabajo pendiente, muchas son las voces que apuntan ya a la posibilidad de una prórroga técnica que otorgue algo de oxígeno al debate del agua, retrasando unos meses o incluso un año la implantación del nuevo modelo.