Terrassa

Las polémicas novilladas en el Teatro del Retiro

Hace cien años que se celebró en nuestra ciudad la que se considera primera corrida de toros. Asimismo, se cumplen 125 años de la que posiblemente fue la primera “corrida de novillos”,   y que se hizo en la platea del Teatro del Retiro. Y siempre, la controversia ha ido unida a la trayectoria de la tauromaquia en Terrassa.

Era el año 1890 y los terrassenses se entretenían con no muchas cosas. En la Terrassa de aquella época se podía ir a algunos de los cafés que estaban radicados en distintos puntos de la ciudad como el Catalunya en la Plaça Major -actual Plaça Vella- o el de Europa en la calle Nou, el del Retiro, en la calle Pantà, o el Español, que había nacido en 1877 en la calle Major y que diez años más tarde se había trasladado a la calle Cremat. O había que hacer vida social en algunos de los casinos como el del Comerç o el Mercantil, o el Círculo Egarense. O ir al Ateneu Terrassenc, que en aquel mismo año 1890 celebraba un importante premio literario que eswte año se rememora; o tal vez ir a degustar algún que otro espectáculo que se ofrecía en el popular Teatro del Retiro.

Ahí vamos, al Retiro, todo un referente de aquella Terrassa que difícilmente alcanzaba los quince mil habitantes. Y es que en donde estaba la platea de este recinto se celebró las que tal vez fueran las primeras novilladas que tuvieron efecto en nuestra ciudad; una especie de rudimentario toreo, del que tenemos muy pocas referencias.

Lugar emblemático
Ciertamente debía resultar curioso que una novillada se celebrara en la platea de un teatro. En este caso, en casi todo un símbolo de la Terrassa de la época. Porque, en efecto, el Teatro del Retiro, ahora olvidado, llegó a ser el centro neurálgico del espectáculo, dicho en su más amplia acepción. Se creó en 1876, llevando el nombre inicial de Teatro Campos de Recreo y más tarde fue el Teatro el Prado Egarense. Altisonantes nombres, desde luego, para acabar denominándose simplemente Teatro del Retiro hasta que murió en la década de los años cuarenta del siglo pasado.

El Teatro del Retiro se hallaba en la calle Pantà, donde hoy se sitúa la Societat Coral Els Amics. El teatro pasó por diversas vicisitudes y alcanzó su mayor renombre cuando un polifacético emprendedor de aquella época, Josep Domingo, más conocido por “el Josepet dels Campos”, cogió las riendas de este equipamiento y le aportó una amplia y muy heterogénea programación. Desde comedias hasta zarzuelas, pasando por bailes, cine mudo y€ novilladas. Unas novilladas que fueron muy polémicas.

Tendremos “cuernos”
Situémonos en el mes de marzo de 1890. Periódico local El Tarrasense del día 2 de ese mes. Escuetamente dice: “Como presumimos, se aguó el domingo último la corrida de novillos anunciada por carecer la empresa de ganado. No obstante, tendremos ‘cuernos’ mal que nos pese. ¿Y aún se dirá que no progresamos?” Por el tono empleado en la noticia se aprecia claramente la contrariedad que suponía para este “periódico independiente de intereses morales y materiales, y de avisos y noticias -así se presentaba bajo su cabecera- la celebración de una novillada.

Ese mismo día 2 de marzo, el Teatro del Retiro acogió una novillada que probablemente deleitó a algunos, pero indignó a otros. Por ejemplo, a uno de los más destacados intelectuales egarenses, Josep Soler i Palet, que en aquel momento presidía el Ateneu Terrassenc y era redactor de El Tarrasense. Y en las páginas de la edición del 9 de marzo publicaba un artículo titulado “¡Abajo los toros!” que no tenía desperdicio y que empezaba así: “Por lo visto, trátase de hacer entrar por la fuerza la afición al toreo en esta ciudad, puesto que a pesar de la escasa concurrencia que acudió al Retiro en la tarde del último domingo, con motivo de la anunciada corrida de novillos, hoy vuelve a repetirse la ridícula parodia de una corrida de toros en la platea de dicho coliseo que se ha pretendido transformar en plaza de veras”.

Soler i Palet no escatimó en este artículo furibundas críticas al toreo. “No queremos que se prostituyan nuestras costumbres”, decía, o aludiendo a las actividades culturales celebradas en el Retiro, indicaba que “el coliseo del arte dramático y de la literatura patria se ha convertido en el coliseo de la bestialidad y de la barbarie”. Hacía votos “porque se destierre por siempre más la sola idea de introducir tales espectáculos en nuestra sensata, civilizada e ilustrada ciudad”.

El combativo antitaurino Josep Soler i Palet no era un terrassense cualquiera. Fue uno de sus hombres más ilustrados. Figura por derecho propia en la galería de terrassenses ilustres desde el 3 de julio de 1932, una galería de la que había sido prácticamente su impulsor, allá hacia principios del siglo XX. Fue historiador aunque su vida fue muy polifacética. Nacido el 30 de julio de 1859, siguió la carrera notarial, aunque se dedicó fundamentalmente a la historia y también dedicó parte de su empeño al catalanismo. Como hemos indicado, presidió el Ateneu Terrassenc y con otro destacado prohombre de la ciudad, Josep Ventalló y Vintró, fundó en 1889 el periódico El Tarrasense en su segunda época. Constituyó el Circol Artístic y en 1892 creó el periódico Egara. En 1895 trasladó su residencia a Barcelona e ingresó, en 1906, en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. Historiador sí, pero también literato e incluso un apasionado de la arqueología. Fue, por ejemplo, presidente de la Sociedad Artística-Arqueológica Barcelonesa. Y pese a residir en Barcelona, mantuvo su vinculación con Terrassa y sintió devoción por las Esglésies de Sant Pere. En otro orden de cosas, Josep Soler i Palet fue uno de los fundadores, en 1887, de la Junta de Auxilios para socorrer a los obreros, y en 1898 fue elegido concejal. Falleció el 23 de noviembre de 1921. Había dejado una huella imborrable en nuestra ciudad.

El “espontáneo”
Pero regresemos a ese incipiente toreo que se practicaba en el Teatro del Retiro. Y volvamos también a los periódicos de la época. En El Tarrassense del día 16 de marzo de 1890 había una breve y dura nota que explicaba una nueva novillada celebrada en el Retiro. Decía lo siguiente: “Bien hicimos en combatir la introducción del toreo en nuestra ciudad. La segunda corrida en el prostituido local que antes fue Teatro del Retiro alcanzó la importancia y la verdad de una corrida de veras, puesto que aun cuando por milagro no se derramara sangre humana, hubo cogidas de verdad, ya que un valiente andaluz que se tiró a la plaza para desafiar a la bestia, fue cogido y revolcado por el bruto que no lo fue aun tanto como el héroe en cuestión, al limitarse a rasgarle la ropa y magullarle algún hueso. No sin mucha resistencia fue reducido dicho sujeto a buen recaudo”. Y terminaba la crónica de un modo apoteósico, refiriéndose a la bárbara diversión que algunos imbéciles han dado en llamar ‘espectáculo nacional'”.

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