A finales del siglo XIX el Sistema Métrico Decimal se adoptó en distintos países. Era una fórmula para universalizar las mediciones y, por ejemplo, facilitar el comercio. También llegó a Terrassa y hubo que habituarse al cambio
Era el año 1890. Las autoridades municipales de la época se ponían serias para conseguir un objetivo. Se trataba de que en Terrassa la aplicación del Sistema Métrico Decimal, que hacía muy pocos años que había empezado a ponerse en funcionamiento en España y en otros países, adquiriera una verdadera carta de naturaleza en nuestra ciudad.
Justo ahora se cumplen los 125 años de ese interés del Ayuntamiento terrassense por ponerse al día en esta materia. Sí, efectivamente, estamos en 1890. La ciudad -tenía este título de modo oficial desde sólo hacía trece años- contaba en esas postrimerías del siglo XIX con poco más de quince mil habitantes. El 5 de enero era nombrado alcalde Domènec Domingo Margarit. En febrero se celebraba el carnaval aunque con menor animación que ediciones anteriores. Se habían disuelto las sociedades humorísticas El Barret y La Barretina, y además el tiempo era frío y lluvioso. En marzo hubo polémica porque la platea del teatro del Retiro se reconvirtió para dar cobijo a una corrida de becerros. En abril, y en este mismo teatro, hubo un multitudinario mitin en conmemoración del 1 de mayo. Y en mayo se estrenaba la ópera "Carmen" en el Principal. En junio destacaron los Jocs Florals de Terrassa que promovió el Ateneu Terrassenc. Con el verano llegaron los problemas al Ayuntamiento. El consistorio estaba dividido, el alcalde dimitía y no había dinero para casi nada. Se acometían drásticos planes para economizar. Incluso se rebajó un diez por ciento el sueldo de los empleados municipales. Estos problemas se acrecentaron en el otoño. Ya tocando al invierno, visitó Terrassa Mateo Sagasta, expresidente del Consejo de Ministros, acompañado por el exministro José Canalejas y otros políticos. Recorrieron varias fábricas y celebraron un banquete en el Círcol Egarenc.
Y mientras todo eso sucedía, el Sistema Métrico Decimal seguía implántandose poco a poco en distintas ciudades. En Terrassa también se pretendía que así fuera. En el periódico El Tarrasense, y más concretamente en su edición del día 2 de marzo de ese año 1890, se daba cuenta, suscintamente, de ese objetivo consistorial de adoptar el nuevo sistema de medición. Decía lo siguiente: "Nuestra autoridad local se propone con todo rigor que sea en esta ciudad un hecho la aplicación del Sistema Métrico Decimal". Y añadía para mayor rotundidad en su proyecto: "pasando a recoger por medio de sus dependientes las pesas y medidas del sistema antiguo y castigando a los contraventores".
Uniformidad
Hacía quince años (París, 20 de mayo de 1875) que diecisiete Estados, entre ellos España, habían firmado la Convención del Metro o Tratado del Metro, que tenía la finalidad de establecer un patrón universal de medida. Se buscaba una uniformidad para, fundamentalmente, favorecer el comercio. Era un anhelo que se remontaba al siglo XVII. John Wilkins, un inglés polifacético, ya definió una longitud y un volumen universales y luego una masa universal. En ese mismo siglo, un religioso de Lyon, Gabriel Mouton, propuso un unidad basada en la medida del meridiano terrestre y definió también una serie de múltiplos y submúltiplos basados en un sistema decimal. El científico italiano Tito Livio Burattini renombró la medida universal de Wilkins, metro (en griego, medida).
Los reyes tampoco fueron ajenos. Luis XVI de Francia, encargó a un grupo de sabios (entre los que estaba Lavoisier) estudiar las posibilidades de un nuevo sistema de medidas, comisión que propuso como unidad de longitud el metro y de peso el grave (de gravedad) (dividido en 1000 gramos). Proyectos y propuestas, propuestas y más proyectos que se encallaban con facilidad y sin que hubiera un serio consenso para favorecer un acuerdo. Pero lo que estaba claro es que todo el mundo -o casi- veía la necesidad de establecer un marco común en cuando a unidades. Finalmente se definió el "metro" y a partir de él las unidades de volumen como el "litro"; de peso: el "grave" que más tarde fue cambiado por el gramo y posteriomente por el kilogramo, y de superficie: el "área". Se había llegado a un acuerdo y el Sistema Métrico Decimal ya era una hecho.
En España, el metro se adoptó como unidad fundamental de longitud por la ley del 19 de junio de 1849. Ese mismo año se creaba un órgano consultivo del Gobierno, la Comisión de Pesas y Medidas, para adoptar las equivalencias pertinentes entre las pesas y medidas españolas y el sistema métrico. Estas equivalencias se publicaron el 9 de diciembre de 1848 y el Real Decreto del 14 de noviembre de 1879 estableció la obligatoriedad del sistema desde julio de 1880.
Ya en pleno siglo XX, en 1960, se creó el denominado Sistema Internacional de Unidades (SI), que se utiliza casi en todos los países del mundo. Es el heredero del Sistema Métrico Decimal. Las unidades de del SI son una referencia internacional de las indicaciones de los instrumentos de medición. El SI consta de siete unidades básicas: longitud, el metro; masa, el kilogramo; tiempo, el segundo; corriente eléctrica, el amperio; temperatura, el kelvin; cantidad de sustancia, el mol, e intensidad luminosa, la candela. También se establecieron numerosas magnitudes derivadas.
Pero volvamos a Terrassa. Poco a poco se iba introduciendo el Sistema Métrico Decimal aunque examinando los periódicos locales de inicios del siglo pasado, observamos que todavía quedaba algún trabajo que hacer. Vayamos por ejemplo, a enero del año 1905. En el periódico La Comarca del Vallès se trata acerca de uno de los sectores básicos de alimentación: las panaderías. En una escueta nota, este periódico hace mención de lo tratado en una reunión entre los representantes panaderos y el Ayuntamiento.
Precio como en Sabadell
Decía así: "se han reunido en las Casas Consistoriales, convocados por el señor alcalde, los dueños de panaderías de esta ciudad, quienes después de amplia discusión acordaron verificar la venta del pan por el sistema decimal, tomando por unidad el kilogramo, y que su precio, cuando menos, sea igual al que rige en Sabadell". Y es que la carestía de la vida ya preocupaba en aquellos tiempos.
En esa misma edición de La Comarca del Vallès se criticaba lo caros que eran los productos de primera necesidad. "Un problema económico verdaderamente grave para una ciudad obrera como Tarrasa, es el exagerado precio que han alcanzado en nuestro mercado los artículos de primera necesidad. La patata, alimento esencial del pobre, ha subido cuatro o cinco céntimos el kilogramo. Del pan y de las carnes no hemos de decir una palabra. Comprobado queda con desconsolada evidencia", decía con amargura La Comarca del Vallès. En una nota en la página siguiente se decía: "Después de las gestiones practicadas por el alcalde se ha conseguido una rebaja bastante insignificante en el precio del pan". Y ahí van los precios del año 1905: "medio kilo, 25 céntimos; un kilo, 43 céntimos; dos kilos, 85 céntimos".