El 21 de septiembre del 2006, poco antes de la medianoche, hubo una bronca entre magrebíes en el Parc del Nord, con dos heridos, uno con fracturas en dos costillas y otro con un corte en la frente que le dejó una cicatriz de ocho centímetros. Un tercer individuo fue imputado y se sentó en el banquillo, acusado de un delito de lesiones y de otro de lesiones agravadas, pero ha sido absuelto. Ni las víctimas ni un supuesto testigo presencial declararon en el juicio.
La prueba es "insuficiente" para sustentar una condena, dice el tribunal de la sección 21 de la Audiencia Provincial. El acusado se acogió a su derecho a no declarar y los dos lesionados, así como un tercer individuo, no fueron localizados para comparecer en la sala. Y el fiscal renunció a sus declaraciones, sin pedir que se evaluasen las manifestaciones que sí habían vertido durante la instrucción.
Agresión doble
Hubo bronca, sí, una agresión doble, y la Policía Municipal encontró a las dos víctimas y al procesado, pero el tribunal no pudo establecer un relato de hechos verosímil sobre lo acontecido antes de esa intervención policial, y los magistrados tiran de jurisprudencia para poner en cuarentena las únicas manifestaciones con que contaban: las de los agentes que acudieron al Parc del Nord. Sus testimonios son válidos, pero no suficientes, afirma la sentencia. Los guardias se dirigieron a la zona tras saber de una pelea tumultuaria y al llegar encontraron a un hombre tumbado en el suelo, semiinconsciente y ensangrentado, en la calzada, con un coche haciendo de parapeto y con otro individuo al lado, como cuidándolo. Ambos iban despojados de camisa o camiseta. El testigo, el que estaba junto al herido estirado, explicó a los policías que el otro hombre había sido agredido con una botella, y que los agresores le habían robado una radio. Agresores, en plural, dos tipos.
Botella rota
A unos cien metros los agentes localizaron al sospechoso. Caminaba por una calle, también desnudo de cintura para arriba. Hablaron con él, y les confesó que había tenido una pelea. Los guardias hallaron una botella rota cerca del herido principal y en el cacheo del sospechoso le aprehendieron una pequeña radio, el aparato supuestamente sustraído a la víctima tendida en la calzada, el dispositivo electrónico que, al parecer, había sido el motivo de la reyerta.
La prueba testifical es de referencia, señala el tribunal, y por no probarse, ni se ha probado la titularidad de la radio. "No contamos con un relato mínimamente concreto sobre quién y cómo agredió a los dos lesionados", recalca la sentencia. No se sabe, añade, ni si hubo refriega multitudinaria o de tres o cuatro personas, ni si se emplearon instrumentos "peligrosos" más allá "del eventual uso de una botella".