Se llama Idu Al-Fitr. Es el fin del ramadán, el mes que los musulmanes consagran a Alá, el mes en el que, con excepciones, no pueden beber ni comer hasta que oscurece. El mes de ayuno que este año ha sido uno de los más duros que se recuerdan por estos lares, debido al calor, y que acabó ayer.
En Terrassa hay unos diecisiete mil musulmanes. Buena parte de ellos acudió ayer, a primera hora de la mañana, al polideportivo de Can Jofresa, devenido una vez más una suerte de oratorio eventual para albergar a los cientos de fieles que participan al unísono en el Idu Al-Fitr, que hacen regalos a los niños, que les compran ropa nueva, que han orado y entregado comida a los más necesitados. De hecho, una de las vertientes del ayuno es la de hermanarse con aquellos que no pueden comer.
Fue viernes, ayer, día grande para el Islam. El día en que fue creado Adán y en que se celebrará el Juicio, según el profeta. Cada viernes se ve a decenas de muslimes en fila discontinua por las calles tras participar en la oración especial. Ayer se vio a muchos más, a punto de acabar una abstinencia que principiaron a las 4.30 de la madrugada del 18 de junio. La próxima gran cita en el calendario del Islam será la del Aid el Kebir, la fiesta del cordero, que se celebra unos setenta días después del ramadán.