Durante más de medio siglo, ha habido en Terrassa un hombre, un artista, que se llevaba a los conciertos a los que asistía (de música clásica y jazz) una cajita de lápices y un cuaderno (y cuando no, aprovechaba el programa, un bloc de notas, una tarjeta) y mientras los intérpretes desarrollaban en el escenario su arte, él, en la oscuridad de la sala, ejecutaba el suyo, dibujándolos. Sin otra motivación que su propio disfrute, sus ganas de aunar así sus pasiones por el dibujo y la música, y por eso solo en una ocasión –una exposición sobre jazz en 1987–, Salvador Alavedra Invers (Terrassa, 1919) había mostrado algunos de los muchísimos dibujos de conciertos que ha ido realizando y guardando en sus carpetas; una obra tan extensa como insólita, con un valor artístico a la vez que testimonial, y prácticamente desconocida, que la exposición organizada por la Associació de Col·leccionistes en el Centre Cultural Terrassa (“Salvador Alavedra. El dibuix i la música”, hasta el 12 de julio) puede decirse que ha descubierto a la ciudad.
El espacio general presenta unos sesenta dibujos, realizados entre 1951 y 2008, en conciertos. Los hay que llevan el autógrafo del músico, como los de Paco de Lucia (1981) y Pat Metheny (1987). Algunos otros músicos retratados: Luciano Pavarotti, Adriadna Savall, Luna Cohen, Wayne Shorter, Jean Pierre Rampal, McCoy Tyner, Miquel Farré, Montserrat Alavedra. A veces también escogía otros motivos , como esa “Espectadora embarassada” de un concierto de Brandford Marsalis Quartet (2003).