Ese tipo, Óscar d’Aniello, seguro que no fuma. Ese tipo alto es contoneo y movimiento y corrió ayer, día de su cumpleaños, más que un centrocampista del Atleti. Saltó, se deslizó. D’Aniello y Helena Miquel, la de modosa belleza, convirtieron el Parc dels Catalans en noche estallante de día mediterráneo. Porque eso echan a volar Delafé y Las Flores Azules: gajos de brindis a la vida que se condensan en una cerveza fresca en una terraza y en la sal adherida a los labios del ser amado.
Las letras de los catalanes Delafé y Las Flores Azules aluden a la sencillez de las cosas menudas en las que el alma se refresca, como apuntaba el poeta Gibran, libanés. El grupo lanzó su apuesta azul de hip-hop y pop, hip-pop, con barniz soul y palabras que hablan de resacas y lechos y pérdidas y optimismo. De amor. Gritos de ¡guapa! cruzaron el aire hacia Helena Miquel mientras su compañero brincaba en la noche y se palpaba las partes pudendas al nombrar a los políticos, que son "el frío" mientras las flores azules granan de primavera la ciudad.
Unas tres mil personas vibraban con Delafé y Las Flores Azules, con temas como "La Juani" o "La primavera", con D’Aniello gritando "dale gas" o "estamos bailando" para animar (como si hiciera falta) una noche que era "para pintarla a mano". El ex de Mishima fue maestro de la ceremonia vistosa, interpelando al público entre canción y canción, revelando que él es, en realidad, la reencarnación de un mesías.
El cumple
Y anhela que en un futuro la gente diga "Delafé" en lugar de "Jesús" cuando alguien estornude. Y lo ensayó, simulando estornudar para que cientos de voces gritasen "Delafé", o "Delafé, señora" si la que estornudaba era la de modosa belleza. Ayer fue el cumpleaños de Óscar. El público le cantó el "Moltes felicitats". "Me ha pasado muchas veces en los últimos doce años (celebrar el cumple en un concierto)", dijo. La banda, entonces llamada Facto Delafé y Las Flores Azules, se creó en 2003. Dale gas, dale gas. "Estonosepara" es el título del último disco del grupo, alumbrado en 2014. "Esto no se para", gritaron los incondicionales cuando la banda se retiró a la 1.30 de la madrugada. No llegaron los bises. D’Aniello estaría tumbado ya en el camerino, extenuado de rapear en brincos. Ese tipo seguro que no fuma.