Un incendio quemó el viernes de madrugada parte de la fachada de una oficina de Correos, la principal, la situada en la plaza de Mossèn Jacint Verdaguer. Fue intencionado, un sabotaje: unos desconocidos rociaron con un líquido inflamable la persiana y le pegaron fuego. Las llamas se extinguieron y los bomberos no tuvieron que intervenir.
A las cuatro en punto de la madrugada la central de alarmas de Correos se puso en contacto con la Policía Municipal para alertar de la activación del sistema de seguridad, por lo que una dotación policial se dirigió de inmediato a la oficina ubicada en la plaza de Mossèn Jacint Verdaguer.
No se trataba de una falsa alarma. La fachada del edificio humeaba, ennegrecida por un fuego reciente. Los agentes comprobaron que el origen del incendio no había sido fortuito; unos desconocidos habían arrojado a la persiana una sustancia, quizás disolvente, quizás pegamento, para luego prenderle fuego. No pudieron entrar en el local, pero seguramente tampoco era su intención hacerlo. Huyeron.
Las llamas fueron palideciendo y se extinguieron solas, por lo que la policía no consideró necesario dar cuenta del incidente a los bomberos. La alarma seguía sonando y al lado de la fachada había una lata con restos de la sustancia usada para acelerar la quema.
La oficina de Correos abrió sus puertas por la mañana, pero las quejas de usuarios por el olor a quemado y otras molestias motivó, según testigos, que los responsables del servicio suspendiesen éste provisionalmente. Un operario reparó la persiana dañada.