El egarense David Borràs volvía en 2013 de la India. En un aeropuerto alemán compró un diario y vio una entrevista que le cambió la vida. El protagonista era Amin Shaikh, de 34 años. En la entrevista explicaba su vida y cuál era su objetivo. "Se me puso la piel de gallina", explica Borràs. El egarense entró en la web de Amin para ofrecer su ayuda. Le contestó el propio Amin. Desde entonces, al igual que otros catalanes, Borràs le ayuda a hacer presentaciones de su libro. El año pasado lo hizo en el colegio Vedruna y este año en el Montcau-La Mola. Esperemos que esta entrevista también sirva a Amin para tener más ayuda en su solidaria aventura.
Ha escrito un libro titulado "La vida es la vida", en el que explica su infancia. ¿Cuál es el objetivo de esta publicación?
Tengo un sueño. Quiero abrir un café-librería en Bombay para los niños de la calle. Con el dinero que estoy sacando de las ventas del libro lo llevaré a cabo.
¿Por qué un café-librería?
Allí podrán venir leer niños de la calle sin temer que les hagan nada. Hay muchos de ellos que viven en la calle. No reciben una buena educación y tienen que trabajar haciendo lo que sea.
Es muy apropiado escribir un libro para un proyecto como ese.
Pues fue una catalana la que me animó a escribirlo. Yo soy taxista en Bombay y ella se subió como cliente. Cuando conoció mi vida, sugirió a explicarla en un libro y llevar a cabo mi sueño. Yo le dije que no me veía capaz de escribir solo un libro. Ella me dijo: "¿Eres tonto o qué! ¡Cualquiera puede escribir un libro!" Así que finalmente lo hice. Y eso que nunca había leído ningún libro. El mío es el primero que leo.
Usted fue un niño de la calle.
Sí. Con cinco años mi madre me obligó a trabajar en una tetería limpiando vasos por dos céntimos por jornada. Aquí os cuesta entender que un niño trabaje. Pero en la India trabajan muchísimos niños.
¿Qué pasó para acabar en la calle?
Un día, trabajando en la tetería, se me cayeron todos los vasos al suelo. Se rompieron todos. Me asusté y lo único que hice fue correr, correr y correr.
¿Y a dónde llegó?
A la estación de tren de Bombay.
¿Cuánto tiempo estuvo allí?
De los cinco a los ocho años. Hice de todo para sobrevivir: cargar equipajes, limpiar botas, robar, lo que fuera necesario para ganar un poco de dinero. Aquellos tres años no fueron nada fáciles. Sufrí violaciones y me obligaron a drogarme. Sufrí mucho. Y esa no es sólo mi historia. Es la de millones de niños en la India. Yo sólo soy uno de ellos y me siendo afortunado de estar aquí haciendo esto.
¿Cómo acabó con esa vida?
Apareció un ángel en mi vida. Una monja, la hermana Seraphine. Ella trabajaba en un orfanato y gracias a ella dejé atrás mi vida en la estación.
La imagen que se transmite en Europa de la India es que es un país en desarrollo. ¿Qué hay de cierto en eso?
En mi opinión, eso no es verdad. Mucha gente de aquí piensa que la India es el futuro. ¿Cómo va a ser India el futuro si la gente no tiene comida, agua ni casa? ¿Qué futuro tiene un país con millones de niños viviendo en la calle? El 35 por ciento de las personas es gente rica pero el 65 por ciento de los hindúes no tiene nada de nada. ¿Qué tipo de futuro es ese?
La visión que tenemos de los niños de la calle en la India es la que nos ofreció la película "Slumdog Millionaire". ¿Qué opina de aquel exitoso film?
No me gusta. Y a mucha gente en la India tampoco. Es una película dirigida a los occidentales y hecha por una multinacional para ganar dinero. Yo soy taxista en Bombay y cuando muchos turistas se suben en mi coche lo primero que me dice es que se quieren divertir y ver a los "slumdogs". Pero no se paran en pensar en el significado de eso. La palabra "slumdog" significa "perro de chabola". Nosotros no somos perros. ¿No lo pueden decir de otra forma? Perros… ¡Increíble! Me gustan mucho más otras películas sobre ese tema como "Thanks Maa". Este film tiene tres años y refleja la realidad de los niños de la calle. ¿Qué pasó con los niños que aparecen en "Slumdog Millionaire"? ¿Cambió algo su vida? A mí me gusta hacer algo para que las cosas cambien.
¿Su objetivo dar a conocer la realidad de los niños de la calle?
Sí. Soy un taxista que he venido a Catalunya para hace un café-librería en la India. No me importa hablar dos o tres horas varias veces al día de mi historia y lo que sucede en la India. Siempre digo que fui un niño de la calle, que soy un niño de la calle y que siempre seré un niño de la calle. Si no vives allí, no puedes hablar de ello.
Su libro sirve para hacerlo.
Lo he publicado en seis lenguas y en varios países. No ceso de hablar en diferentes ciudades sobre ello y no pararé hasta conseguir lo que quiero. Yo no soy un perro, soy un ser humano como cualquier otra persona. Lo único que quiero es un mundo mejor. Es cierto que yo sólo no puedo cambiar el mundo entero, pero puedo hacerlo mejor para muchos niños de la calle. Lo único que quiero conseguir es que otros niños no vivan lo que viví yo. Cambiar un poco las cosas.
¿Qué le ha sorprendido de la gente en Catalunya?
La primera vez que vine vi a gente con cara de enfado. No me lo puedo explicar. Teniendo lo que tenéis, no entiendo que estéis con esas caras. Sois muy afortunados.