El fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”, decía Jorge Valdano, quizás el más intelectual de los jugadores de fútbol. Y lo cierto es que esta frase adquiere hoy más significado que nunca, cuando un país y una ciudad como Terrassa literalmente se paralizan para contemplar el evento deportivo más importante del año: la final de la Champions League, la antaño denominada Copa de Europa.
La importancia del partido se amplifica si es el Barça uno de los finalistas, más aún si se perfila como el claro favorito para ganarla. Después de tres años sin disputar la final (tras aquel memorable encuentro en que Messi le hizo un traje al Manchester United del distinguido Alex Ferguson), el Futbol Club Barcelona aspira a conseguir el quinto título de su historia.
Los aficionados “culés” de Terrassa son conscientes del “momento dulce” que vive el equipo de Luis Enrique y literalmente se han movilizado para ver el partido con la familia o los amigos. A modo de ejemplo, más de 60 socios de la Penya Barcelonista 1900 ya están en Berlín para presenciar en el Estadio Olímpico un encuentro que se prevé histórico.
Ayer en la Penya Barcelonista 1900, que cuenta con cerca de 500 socios y que próximamente celebrará su 60º aniversario, no había ni un miembro que dudase de la clara victoria del Barça. “Ganaremos, tenemos un equipo formidable”, afirmaba Miquel Caparrós, vicepresidente de la entidad y ex presidente del Terrassa FC. “Es nuestra oportunidad para vengarnos de la terrible derrota que sufrimos contra el Milán en el 94 y, aunque sea otro equipo italiano, tenemos ganas de devolverles ese 4-0”, afirman un socio terriblemente optimista.
Además de la peña azulgrana, la ciudad vivía ayer ya un ambiente de máxima expectación. Eran numerosos los bares del centro que anunciaban en la puerta el evento, conscientes de que puede ser un noche de mucha euforia para la mayoría de sus clientes.
Uno de los puntos de encuentro de la comunidad italiana de Terrassa es el Frankfurt Progrés, situada en la plaza del mismo nombre. Sin embargo, sus propietarios, los hermanos Francesco y Luca Romano, originarios de Roma, son seguidores, como no, de la Roma (¡no de la Lazio!) y mañana irán, como marcan los cánones futbolísticos, con el Barça, pues es el rival de su “eterno rival”, la Juventus.
Pese a ello, entre sus clientes se encuentran algunos seguidores acérrimos de la Juventus. Es el caso de Andrea Paone, un italiano de Monza que vino a vivir a Terrassa con su familia en 2001. Paone, que trabaja en una empresa gráfica de la ciudad, es aficionado de la Juventus desde los cinco años, cuando vio jugar a la “Vecchia Signora” contra el equipo de su ciudad natal en un encuentro de la Copa de Italia. “Me enamoré de cómo jugaba aquel equipo y desde entonces soy seguidor incondicional de la Juventus”, explica Paone.
El “italo-egarense” confiesa que seguramente verá la final con sus amigos del Frankfurt Progrés, aunque es consciente de que será “territorio enemigo” y que el equipo de sus amores no es favorito. “Será un partido muy difícil pero si conseguimos parar a los tres cracks que tiene el Barça en la delantera, todo es posible”, afirma Paone, que tiene esperanza en la victoria de su equipo. “En los últimos años nos ha faltado un poco de confianza en Europa. No ganamos la Champions desde el año 96 y ya nos va tocando el momento”, explica el italiano, que aunque no se considera un “hooligan” admite que vivirá el partido con intensidad.