Tener un empleo ya no es sinónimo de contar con las necesidades más elementales cubiertas, como hacer frente a los gastos propios de disponer de una vivienda o de mantener a una familia. Así lo explicita la Memoria 2014 de Càritas Diocesana de Terrassa, que ayer se presentó en la sede de la entidad en Sabadell.
El documento indica que “estamos en la época de los trabajadores pobres” y achaca el fenómeno a la existencia de una mayor precarización laboral. “Son personas que han logrado acceder al mercado de trabajo, aunque a menudo no mediante una jornada completa, y con unos sueldos tan bajos que no les permiten vivir en condiciones”, explica Pilar Taché, secretaria general de Càritas Diocesana de Terrassa. “En esta tesitura nos encontramos, sobre todo, a padres de familia que tienen entre 30 y 50 años. Además, en las estadísticas consta que estos ciudadanos tienen un empleo”, añadió. Un hecho que, según subrayaron los responsables de Càritas, dificulta que puedan recibir ayudas por parte de la administración.
De hecho, una de cada diez personas mayores de 16 años que la entidad atendió el año pasado tenía un trabajo. Josep Àngel Saiz Meneses, obispo de Terrassa -que también asistió a la presentación del informe- indicó en este sentido que “estamos ante la creación de nuevas pobrezas”, e hizo un llamamiento “a no caer en los fatalismos y a unir esfuerzos con el objetivo de vencer las dificultades”.
Salvador Obiols, director general de Càritas Diocesana de Terrassa, también remarcó el concepto de “trabajadores pobres”, y aseguró que “cada vez hay más personas con contratos indefinidos a los que Càritas atiende”.
El organismo solidario de la Iglesia Católica destaca que se ha frenado el número de familias nuevas a las que presta ayuda. Si bien el año pasado aumentó la cantidad de personas a las que Càritas ya había asistido en alguna ocasión y que demandaron de nuevo apoyo por encontrarse en un momento vital complicado. “Este hecho denota que hay situaciones de precariedad que se han alargado en el tiempo”, afirmó Taché.
En 2014, el servicio de acogida general de Càritas (el punto inicial desde el que la entidad escucha y orienta a quienes pasan por dificultades) atendió a más de 2 mil familias de Terrassa. 1.498 familias más de la ciudad, Ullastrell, Viladecavalls y Matadepera recibieron ayuda en forma de alimentos.
En los dos Vallès, Càritas Diocesana y las 123 parroquias del territorio atendieron a un total de 77.726 personas, un 11 por ciento más que en 2013. Según indica la memoria anual, la franja de edad entre los 30 y los 64 años es la que ha requerido más ayuda, ya que ha copado casi la mitad de las intervenciones de Càritas. Aunque también destaca que un 16 por ciento de las acciones de apoyo han sido para jóvenes de entre 18 y 29 años. En este sentido, Càritas resalta que la proporción de estudiantes a los que presta asistencia va en aumento (aunque solo representan un 4,35 por ciento del total), igual que la de pensionistas (3,20). Si bien la inmensa parte de los mayores de 16 años atendidos (siete de cada diez) no tenían empleo.
Los hogares en que habitan parejas con hijos son los que han necesitado más colaboración, si bien la entidad también destaca el nivel de precariedad que se observa en familias de tipo monoparental, así como en las viviendas donde reside una persona sola. Ambos casos sumaron un 67 por ciento de las acciones de Càritas en 2014.
El análisis de la memoria anual lleva al organismo a establecer varias consideraciones generales. Así, Càritas alerta del riesgo de que se produzca “una fractura social” si prosigue “la pobreza y la creciente desigualdad”. El documento advierte de la existencia de “un modelo de bienestar débil” y de una “creciente disminución de derechos” que acaban por afectar a las necesidades básicas de la población.
El informe de Càritas también pone el acento en la inestabilidad asociada a los problemas de no tener una vivienda o de estar en riesgo de perder el piso o la casa. En este campo, el documento recalca que casi la mitad de las personas asistidas habitan en una vivienda de alquiler. Además, existe la tendencia a que haya un mayor número de familias amplias, fruto del retorno de los hijos a casa de sus padres o abuelos por carecer de las opciones económicas como para vivir solos.
La cantidad de personas a las que Càritas Diocesana de Terrassa ha tendido la mano no ha parado de crecer desde el inicio de la crisis económica.