Antonio Machado
Esa medida de gracia ante el reo está tipificada en la ley de 18 de junio de 1870.
Según la jurisprudencia desarrollada, la medida contemplará dos factores: “El mal causado por la infracción” y “las circunstancias personales del reo”. En ningún momento establece como condición previa el “arrepentimiento”. En base a estos factores determinantes, desde 1996 se han concedido 10.652 indultos en España, la mayoría por los gobiernos del PP y del PSOE, la mayoría por delitos contra la salud pública o robos. Según la Fundación CIVIO, los delitos que más porcentaje acumulan en relación a las condenas totales son los delitos de malversación, contra el medio ambiente o de funcionarios contra las libertades individuales. Los sucesivos gobiernos del PP aprobaron 155 (67%) de los 232 indultos para condenados por corrupción. El gobierno de José María Aznar (PP) concedió 139 y Mariano Rajoy (PP) concedió 16. Por la parte del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero concedió 62 y Felipe González, 10. En el 2012 el ministro Gallardón concedió un indulto a Josep Maria Servitje Roca, un exalto cargo de CiU (secretario de Treball con Pujol), y ahora en la órbita de JxCat, junto a Víctor Manuel Lorenzo Acuña, condenados en 2009 por prevaricación y malversación de caudales públicos. Es curioso ver la complicidad de clase entre la derecha catalana y la española cuando de corrupción se trata. A la vez que indignante que, de 232 delincuentes que nos robaron al pueblo mediante sus cargos públicos, 155 de ellos salieran por la puerta de atrás con el dinero robado en el bolsillo. Por cierto, ninguno de ellos ha hecho declaraciones públicas pidiendo perdón a sus víctimas(el pueblo). Ni ha devuelto lo robado.
Hablemos de delito de rebelión del 23-F. 33 encausados que recibieron en sentencia un total de 305 años de condena de los que cumplieron 110 años, lo que supone 9,24 años cumplidos por cada uno de media. Hubo 16 militares (tenientes y capitanes) que actuaron en primera línea con condenas de entre 1 y 3 años, la mayoría guardias civiles. Hubo tres indultados (general Alfonso Armada, comandante Ricardo Pardo Zancada y capitán Vicente Gómez Iglesias). 9 que fueron expulsados o pasaron a la reserva. El resto cumplió parcialmente la sentencia. Después del delito de rebelión hubo ascensos y condecoraciones que premiaron a 5 capitanes y 7 tenientes que continuaron su carrera militar, llegando muchos de ellos a graduaciones de jefes (teniente coronel y coronel). 19 medallas se colocaron en los pechos de 8 oficiales.
Estos 12, que el 23-F les sirvió de promoción profesional, mientras estaban con la ametralladora en mano secuestrando nuestra soberanía nacional y humillando a los diputados y diputadas elegidos por el pueblo. Fueron 17 horas vergonzosas que debían haber recibido un castigo ejemplar, pero no, la obligación debida les limpió el “culo”. Ahora nos quieren fusilar unos militares “para salvar su España” a 26 millones de españoles. Gran parte de esta cantidad corresponde a españoles fuera de Catalunya, pero parece que no se han dado cuenta. Vamos sumando indultos y actuaciones judiciales y políticas vergonzosas: 33 golpistas de hecho (nada de simulaciones). 232 ladrones de riqueza nacional. 2 por terrorismo de Estado (GAL), etc.
Ahora se abre un debate sobre indultos que afecta a políticos catalanes por el Procés, elevado a la categoría de (golpe de Estado) sedición. Oriol Junqueras (13 años), Raül Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa (12 años), Josep Rull y Joaquim Forn (10,5 años), Carme Forcadell (11,5 años), Jordi Sànchez y Jordi Cuixart (9 años). Y para ser benévolos dice la justicia española que los acusan de sedición, porque si fuera de rebelión sería más grave. Si miramos los datos anteriores, sale más a cuenta ponerte un uniforme de guardia civil, coger una ametralladora y asaltar el Congreso de los Diputados (de 1 a 3 años de sentencia), que subirte a un Nissan Patrol de la Guardia Civil frente a la Conselleria d’Economia de la Generalitat para calmar a la gente allí concentrada (9 años de sentencia), y eso que no se utilizaron las armas dejadas “expreso” en el interior del vehículo para ver si alguien “picaba el anzuelo”. Además tened en cuenta que después de la fechoría no te van a suspender de cargo público (puedes llegar a coronel del ejército español), ¿lo entiende alguien? Claro que sí. Los del 23-F más su jefe militar (el hijo del emérito, el otro ladrón nacional) y toda esta “mierda” fascista que nos acorrala junto con sus mercenarios en la mayoría de medios de comunicación se han instalado en la supremacía del poder ideológico de este “apestoso” fascismo que cada día va a más, mientras el resto del país está de botellón. Lo han conseguido. Han borrado nuestra memoria histórica. Les molesta porque son ellos mismos. Seguimos soportándolos con un silencio cómplice de la mayoría y una estrategia de acoso y derribo de la élite postfranquista, con su ejército de matones encuadrados en Vox y sus grupos de acción. Ahora comienza otra campaña destructiva, con movilizaciones incluidas, para impedir que haya siquiera un tímido diálogo entre el Estado y la Generalitat. Los indultos se han criminalizado, y eso que aún no se han concedido. No quieren dar una oportunidad al entendimiento para salir de este “sinsentido”. Después de 10 años de conflicto, se ha llegado al techo de las posibilidades en este marco “unilateral”. El problema en Catalunya es la estrategia soberanista que ha abandonado a una parte de catalanes, sólo se cuenta con los 2 millones activos. Hay un dicho de la sabiduría mediterránea que dice “vísteme despacio que llevo prisa”.
Los 11 fascistas que ocupan escaños en el Parlament “català” deben servirnos de referencia de la realidad en que vivimos. Comenzaron en el Congreso de los Diputados, ya son 52 diputados que se han convertido en la tercera fuerza política del Estado. En estas elecciones del 14-F se ha perdido una oportunidad de oro para haber conseguido cambiar el diagrama actual y abrir un nuevo camino más amplio con el 70% de los catalanes, pero se ha preferido negociar con los que les interesa mantener la confrontación permanente. Esa vía no nos lleva a ninguna parte. Ahora se debe conquistar a los de casa, que somos 7,5 millones, y cuando se haya conseguido salimos todos a explicar a España lo que queremos.Ahora es el tiempo de la razón. Abandonemos la emoción, no es buena consejera en política. Lo hemos podido comprobar. Si valoramos las consecuencias de estos 10 años y el momento en que nos encontramos, debemos ser responsables y reorientar la estrategia. Hemos perdido un tiempo precioso que sólo ha servido para resituarnos en la casilla de salida y se ha generado una distancia enorme en nuestra convivencia colectiva. Ahí radica el problema en casa. Cambiad de una puñetera vez de estrategia y dejadnos estar a todos y todas juntos, seremos más, a cambio de que este proceso sea integrador a medio y largo plazo. Es la única forma de doblegar el centralismo del nacionalismo español.