Opinió

Hijos de las víctimas de las riadas

HACE 58 años de la riada del 62 y cuatro que formamos parte de la Comissió de Rieres de Terrassa, un grupo de personas de diferentes barrios de la ciudad preocupadas por el estado de nuestras rieras y que han sabido entender y apoyar nuestra búsqueda personal.

Somos hijas de víctimas de la riada del 62 y como tales hemos querido saber más de aquel trágico acontecimiento que sin duda marcó un antes y un después en la vida de nuestros padres.

El interés personal, saber más de lo ocurrido después de años de lectura y archivo y de recoger testimonios directos de las víctimas, nos motivó a crear junto a grandes compañeras, la Asociación de la que formamos parte y que entre otras muchas cosas pretende que todos los ciudadanos de Terrassa sepan que lo que ocurrió hace 58 años forma parte de la historia de nuestra ciudad.

Hay gente que nos ha dicho alguna vez que no entiende qué hacemos recordando algo que ocurrió hace ya tanto tiempo, que la gente quiere olvidar… Otros en cambio nos dan las gracias por acordarnos de ellos y explicar lo que ocurrió.

No es malo recordar a las personas que ya no están, es peor olvidar o ignorar todo lo que sucedió, eso ni dignifica a las víctimas ni ayuda a saber para que no se repita.

Y es que no hemos de olvidar que los supervivientes de la riada tuvieron que superar las consecuencias de la tragedia sin más ayuda que la fortaleza propia del ser humano.

Y hemos de entender además que no todas las personas vivieron la riada de la misma manera y, por tanto, tampoco la han olvidado o sentido de la misma manera.

¿O acaso puede olvidar igual el que no perdió nada o solo algunos enseres materiales que el que perdió a toda su familia? ¿El que no pudo enterrar y despedirse de sus seres queridos? ¿O aquellos que perdieron a sus hijos y nunca localizaron su cuerpo y han vivido siempre pensando que pueden estar en algún lugar?

Cuando una persona no puede hacer el duelo, no puede pasar página y no puede olvidar y nosotras a través de nuestra asociación queremos acompañarlos en el recuerdo.

Tenemos la esperanza que algún día se reconozca que aquello que ocurrió se podría haber evitado en parte, se sepan todas las verdades y eso dignifique el recuerdo de los que ya no están.

Dedicamos este escrito a nuestros padres, a todas las personas que vivieron aquella noche trágica y a la Brigada de la Muerte por su trabajo poco reconocido y gracias al cual, aún podemos reparar algún daño, y compartimos esta cita del historiador escocés F. William Robertson que significa para nosotras la pérdida que sufrieron y la fortaleza para sobrellevarla.

Así como el árbol se fertiliza con sus hojas secas que caen y crece por sus propios medios, el hombre se engrandece con todas sus esperanzas destruidas y con todos sus cariños deshechos.

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